No todos llegamos en las mismas circunstancias, en...

LAS MIELES ENGAÑOSAS
Aquella mañana, ya no cantaron los gallos, vagamente recuerdo que siendo muy temprano, la casa estaba llena de gente, eran las vecinas de la calle que entre lágrimas y abrazos se despedían de mi madre, el gato, asustado saltó de su cesto y lo vi correr hacia el doblado.
Un coche paró en la puerta haciendo sonar su claxon varias veces, se intensificaron los abrazos y los lloros, y en unos minutos, el coche arrancaba con destino a una estación del tren, miré hacia atrás y pude ver al gato que desde el portón de las trojes, saltó al vacio al vernos marchar.
Era la segunda vez que salía de mi pueblo, si de esta me acuerdo vagamente, de la otra no me acuerdo nada, aunque sé, que el pueblo era Zorita, y el motivo era visitar a un curandero, que a lo sumo lo único que hizo fue empobrecernos un poco más si cabe.
Era sin duda un día gris, como corresponde a los días de febrero, un largo pitido hizo moverse al tren que iniciaba un viaje hacia lo desconocido. Una maleta vieja de madera, nuestro único equipaje, servía de asiento entre un pasillo abarrotado, un penoso viaje de 24 horas, yo, de la mano de mi hermana y esta agarrada a la de mi madre.
Es esto el paraíso? Se debía preguntar mi madre, más bien se podría parecer al infierno, miles de personas deambulaban por un andén lleno de bultos y maletas, carretillas y carretilleros que hacían sonar sus bocinas, un enjambre de desconcierto entre la gente que intentaba localizar a los suyos.

Viriato con tus escritos puedes ser *CÉLEBRE*
de ahí la Historia.

Si sigues así, merece la pena leerte aunque sea un Castor.

! Afectuosamente.!

Gracias, solo intento hacer lo me gusta, unas veces sale mejor que otras. Esta pequeña historia es real, narra el día que tuvimos que abandonar el pueblo, como tantos otros. Creo que nadie encontró lo que buscaba.

Mira, yo en justicia te tengo que contradecir, nosotros en Euskadi, comenzamos a vivir, yo era muy pequeña, pero siempre andaba por los rincones escuchando y en mi casa no había dinero, dependíamos del cielo y éste siempre se mostró poco magnánimo, llovía cuando no tenía que llover, y calentaba cuando no era necesario, resultado, cosecha perdida o mal pagada, que para el caso era lo mismo.

Llegar a Euskadi y tener un sueldo fijo todos los meses, lloviera o granizara, era como un milagro. Si que es verdad que dejamos atrás muchas cosas, la tierra siempre tira, pero creo que mereció la pena. Los tres hermanos estudiamos, tuvimos después buenas colocaciones, en fin, para nosotros fue la tierra prometida.

Saludos.

No todos llegamos en las mismas circunstancias, en mi caso, no tuve esa oportunidad de estudiar, y los primeros años sigo recordando mucha miseria, nuestras vidas no se relajaron hasta principios de los 70, en esas fechas empezamos a ver la luz, luz que a veces a cada cual nos alumbra de una manera.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Claro, con mucho trabajo por parte de mis padres, ellos si se sacrificaron mucho, mi padre metía todas las horas extraordinarias que podía, mi madre tenía "pupilos" en casa, vivíamos en un caserío y teníamos huerta que nos evitaba el comprar muchas cosas, yo mediante una beca fui interna y allí cursé el bachillerato, mi hermano a los frailes igualmente, solo estaba la pequeña en casa. En fin, era una vida sacrificada pero al menos trabajabas y daba su fruto.

Comprendo que hay casos y casos, como ... (ver texto completo)