Buen relato, bastante bueno....

LAS MIELES ENGAÑOSAS
1966.- Había sido tres años vertiginosos para mí, de escásamente saber hacer cuatro rayas a ser el primero de clase, me gustaba y pocas cosas se resistían, en ese último crso, mi gran afición era el dibujo, no había un trozo de papel en casa donde no hubiera metido el lápiz, ese añoempezábamos a escribir taquigrafía, dedicábamos tres horas semanales al inglés y yo, estudiaba alemán por mi cuenta, hasta que sonó el pito.
Al cumplir los 14, me dijo mi padre... he visto un sitio donde precisan un aprendiz, he hablado con ellos y hemos quedado en que empieces ya, seguro que te gustará, por que es una librería muy grande que siempre está llena de gente. Aquí acabó esta etapa, dejé las clases, dejé a los amigos, y hasta dejé de ver a Isabel, trabajaba de lunes a sábado como todo el mundo, antes se hacían 48 horasde jornada, no tenía tiempo para nada, pero mi trabajo no estubo en la librería, era en una imprenta de la misma librería, ya nunca mas dejaría la imprenta.
Yo seguía siendo el mismo, callado, obediente y observador, en este primer trabajo, escuhé por primera vez hablar en catalán, mi jefa cuando intentaba hablar en castellano tenía que pensarlo y mi jefe, su nombre lo dice todo, se llamaba Benito de nombre, Molas por su padre y Oeslfen por su madre, alemán de nacimiento, hombre serio, flco y bigotudo que a mí, me representaba a D. Quijote. El primer año, se puede decir que más que aprendiz era el repartidor de pedidos, no hice otra cosa que patearme barcelona desde el Apolo a la plaza maragal y desde correos al Valle Hebrón. Con una de mis "semanada", me compraron una maquina de fotos, una Verlisa color que hizo mis delicias, aprendí a revelar mis propias fotos, ya que disponia de libertad para coger papel fotográfico y un decapage de los muchos que se utilizaban en la imprenta.
Mis primeras fotos fueron para inmortalizar ese día en que llegué a la estación de Francia. Le hice fotos hasta al maquinista del tren, después seguí el recorrido del primer día, entré en el mercado, lo ví de cerca y hasta podía sentir el sufrimiento de aquellos carretilleros cargados de cajas como si fueren bestias. Me compré un bocadillo de tortilla de calabacín y tan contento y feliz pasé la tarde dentro del parque de la Ciudadela, subí a la Pérgola de los músicos, y desde allí, contemplaba la belleza de la cascada en la fuente del caballo.
Ya era la hora de regresar, había sido un dia fenomenal, me levante del cesped y daba mi último vistazo al gran mamut de madera que indica el el camino del zoo, cuando como una "aparición" me encontré con Isabel, iba sola, llevaba unas libretas en la mano y estaba... tan guapa compo siempre. Omito algunos detralles de este encuentro, después de preguntar por su vida, me dijo muy contenta que era feliz, que ya no vivían en el barrip, ahora vivían en la C/ Fernando junto a las ramblas, le acompañe hasta su portal haciendome la tarde mas feliz si cabe, justo al llegar a la Plaza San Jaime, empezó a llover ligeramente, ella como todas las mujeres era previsora, sacando un pequeño paraguas de su bolso, nos apretamos lo justo para sentirla de cerca. Nunca más la volví a ver.

Buen relato, bastante bueno.
Te animo a que escribas una novela (si no lo has hecho ya).
Tómate tu tiempo.

Saludos