Celinda, recuperada de la alergia de las ortigas, gracias a su abuelita, que le prepara unas cataplasmas, que han sido benditas.

Celinda, llena de congoja, hizo caso a su abuelita, y se fue con todo el dolor del mundo al internado, dejandola trite y sola.

Celia fue recibida con agrado, por sus compañeras del internado, pués Celia era una niña que se daba a querer.

La señora Ortiga, ya estaba en su salsa, y habia conseguido lo que queria desacerse de la niña.
Ahora hacia lo que le daba la gana, y entraba y salia de su casa, y siempre estaba de aquí para allá.
pero lo días iban pasando, y el deterioro se empezaba a notar en la casa, la higiene brillaba por su ausencia, y la despensa ya estaba dando coletazos.
Una mañana se levantó la Sña Ortiga, y no encontró ni un mendrugo de pan, que llevarse a la boca, abrió la nevera, y más de lo mismo,! vamos que si hubiera entrado un ratón se hubiera estrellado!.
Entonces fue cuando se dió cuenta, de la importancia de Celinda, en la casa, ella era la que hacia las faenas del hogar, y se encargaba de hacer las compras, ella solo mandar y regañar,! eso sí se le daba muy bien! ahora sí la limpieza eso no era lu suyo, pués se habia demostrado que era muy espesa.
Entonces pensó, que queria seguir con la vida que tenia antes, aunque tuviera que aguantar a la niña Celinda, pués no estaba dispuesta a ponerse a limpiar no ir a comprar. Entonces dijo para ella...
_Me humillaré he iré haber a la abuela de Celinda, y por el camino pensaré que le diré, tengo que ser convincente, pués ella es la que corre con todos los gastos del internado.
Pero la abuela que no es tonta, y se las ve venir,.... ... (ver texto completo)
-Hay que entender que no es mi madre. Lo sé, y por eso me trata así. Me odia y yo tampoco la quiero pues parece que cuando más feliz soy ella intenta hacerme la vida imposible. ¡Quien quiera que la pusiera ese nombre, acertó! ¡Ortiga, mas que ortiga!- y pisoteó una planta de ortiga de verdad que la rozó la piel y la produjo una urticaria. Empezó a quemarle la piel y de pronto todo el cuerpo se le llenó de habones. Su abuela se asustó y llamó al doctor, pero la niña yacía en cama con mucha fiebre ... (ver texto completo)
Celia estaba muy triste y llorosa; sentada en su mecedora balanceándose suavemente pero por inercia. Cuando iba a empezar un nuevo llanto se paró y vio entrar a Celinda radiante, como era ella, como una llama encendida que daba alegría donde quiera que estuviera la niña.
- ¿Qué te pasa, abuela Celia, por qué lloras si hace un día precioso?. Ven, vamos al jardín y te cuento un cuento que nos ha contado la abuelita de Jacinto, Práxedes.
Y la abuela salió del brazo de la niña y fue ella quien que ... (ver texto completo)
La señora Ortiga estaba rabiosa, pués a su hijastra, le salía todo bien, y además contaba con el beneplácito de todo el mundo, era una niña que se daba a querer.
celinda, era una niña muy dulce, pero también tenia ese punto de rebeldía, y no le importaba, que su madrastra, la castigara, porque ella ya había hecho lo que quería.
Una mañana Celinda, fue a visitar a una tía abuela, tia de su padre, a escondidas de la señora Ortiga.
la abuelita se llamaba Celia, y tenia una granja, donde muchas veces ... (ver texto completo)
¡Oh, no! No era nadie humano quien la buscaba. Se dio cuenta Luna porque un rayo de luna de pronto iluminó su rostro. Era casi de noche y sin embargo veía y sus ojos fueron siguiendo el rastro que dejaba el haz de luz que había penetrado en su retina. Era ella, el astro Luna, satélite de la tierra que había estudiado con tanta atención al coincidir con su nombre. Ella, Luna humana, plateada. Ella en lo alto la miraba con mucha atención. Se habían reencontrado y entonces la joven Luna supo toda su ... (ver texto completo)
la luna bella, seguia brillando mirando por los claros del bosque, buscando a la bella niña. hasta que la niña se percato por un momento que estaba siendo buscada. oh por fin alguien me busca a mì. ¿sera un principe azul? de cabellos dorados,ò sera moreno, alto hermoso.
La pequeña niña, de cabellos dorados, cada día que pasaba secuestrada, sus cabellos iban cambiando, y del color de la plata, se estaban poniendo. su carita de rosa, en blanca tez, y su cuerpo cambiaba, de niña a la bella luna.
Los señores del castillo enviaron a sus siervos a que hiciesen el encargo. Debían arrebarles la niña. Y para esa acción enviaron cuatro sirvientes. Dos de ellos deberían tirar chinitas a la ventana y armar algo de jaleo delante de la puerta. Los otros dos, mientras entrarían y raptarían a la pequeña. Y así lo hicieron. Pero la niña lloraba y para que no la oyesen le taparon la boca.
Cuando llegaron al castillo, la pequeña estaba roja de ira. No podían callarla por más que lo intentaban.

Mientras habían dejado un agudo dolor pues la niña era su don más preciado y no sabían cómo, pero la niña había desaparecido de su pequeña casa. Estuvieron buscando toda la noche sin descanso mas no la encontraron. Tenían el alma rota por la pérdida de la pequeña cuando más felices estaban con su llegada. ... (ver texto completo)
la familia de la pequeña Luna.
La llamaron así porque nació en una noche calurosa de luna llena. Al verla todos dijeron que su carita redonda les recordaba a la redondez de la luna llena. Y esa noche la luna iluminaba todo el bosque haciendo que la noche fuera mágica.
Luna estaba en brazos de su mamá, que fue la madre mas feliz del mundo cuando la tuvo entre si. La felicidad de esa pareja parecía iluminar al resto de su familia como si esa felicidad se llamara Luna y los campos bañados con su ... (ver texto completo)
un castillo encantado, donde todo lo que se movía podía hablar.
En el castillo, reinaba la alegría, por todos los sitíos, menos en un pequeño bosque, donde vivía la....
Como era de esperar, la abuelita de Jacinto, Doña Práxedes les había dicho que tendrían que esperar a Celinda, y mientras se fue a por un chocolate calentito con churros para los niños. Justo llegó Práxedes con su chocolatera cuando Celinda salía de darle la sal a su madre (que buena falta le hacía porque además de venenosa era sosa como ella sola).
Y ya libre, se sentó a tomarse el chocolate recién hecho. Tomó su vaso y bebió, le dijo a la abuelita de Jacinto:
- ¡Está estupendo, que rico!.
Y todos se echaron a reír por la forma tan entusiasta que tuvo la niña de hablar. A lo que ella contestó:
¿Qué pasa, es que a vosotros no os gusta?, ¡pues bien que lo habéis terminado!
Así, una vez acabado el chocolate con churros, los muchachos eran todo oídos.
Práxedes comenzó:
-Había una vez... ... (ver texto completo)
Muy a su pesar, Celinda se fue a por el recado de Doña Ortiga, su madre, a por sal gorda. Celinda sabía que en realidad no era madre suya pero no podía hacer nada al respecto. Y si no obedecía la avergonzaría delante de sus amigos. Ellos también sabían lo duro que era para su amiga la convivencia. Y Celinda, a su vez, también sabía que en cuanto volviera le iban a contar de qué iba el cuento.
También pensó al marchar que quizás la esperarían y que la la abuela de Jacinto lo contaría mas tarde. ... (ver texto completo)
celinda, si bien sabia la verdad, que doña ortiga, no era su madre, y, que la pinchaba con sus espinas, se envolvio de su mundo lleno de colores, flores, brillantes, tan brillantes, como su mente, a tal punto que los chicos, y doña Ortiga, le preguntaron, ¿pero que te ocurre? estas demasado brillosa. Celinda, les responde brillosa o brillante? ¿acaso dudan de mi inteligencia?
Muy a su pesar, Celinda se fue a por el recado de Doña Ortiga, su madre, a por sal gorda. Celinda sabía que en realidad no era madre suya pero no podía hacer nada al respecto. Y si no obedecía la avergonzaría delante de sus amigos. Ellos también sabían lo duro que era para su amiga la convivencia. Y Celinda, a su vez, también sabía que en cuanto volviera le iban a contar de qué iba el cuento.
También pensó al marchar que quizás la esperarían y que la la abuela de Jacinto lo contaría mas tarde. ... (ver texto completo)
Estaba Jacinto sentado en el lateral de su puerta
y a su alrededor se encontraban, Monica, Raul y celinda.
A esto llega la abuelita de Jacinto, y les dice, ¿quereis que os cuente una historía?
Un cuento mucho mejor abuelita.
¿Un cuento?
¡Si ¡
Bien, escuchad.
Erase una vez cuatro amiguitos que estaban tomando el fresco en la puerta de su casita, a esto llega doña hortiga, la madrastra de Celinda, y le dice.
Celinada niña, ve a la tienda de la esquina y compra una pizca de sal gorda...
Estaba Jacinto sentado en el lateral de su puerta