Había estado soñando con ella, y adivinando sus rasgos...

Había estado soñando con ella, y adivinando sus rasgos físicos. Veía a su hermana, e intuía cómo podría ser la muchacha perdida del bosque. La observaba con frecuencia y ya tenía la imagen de Elsa, que así se llamaba la hermana de Elena.
Una noche tuvo un sueño precioso del que era imposible despertar. Elsa estaba en un campo precioso. Bebiendo agua en un arroyo y a su alrededor había miles de mariposas rodeándola. Creía que era víctima de una ensoñación pero poco a poco la realidad se le iba imponiendo. Era real, es Elsa. ¡Por fin la he encontrado! Estaba tan feliz que decidió acercarse a ella. La llamó por su nombre y Elsa le devolvió una sonrisa al oir su honda voz.
- ¿Cómo te llamas?, le dijo.
-Soy Nicolás, te he estado buscando durante mucho tiempo. Sabía que volverías a este bello campo. Desde que te fuiste, el dolor se ha colado por todas partes. No te imaginas cuanta alegría vas a llevar al lugar con tu regreso.
Nicolás se sentó con ella y ambos se miraron muy sonrientes al principio, pero no pudieron hacer frente a su mirada mucho tiempo pues de pronto sintieron timidez y bajaron la vista.
Sin embargo, aunque ya no se miraban tan abiertamente, seguían juntos y ambos bebieron agua pues notaron una sed especial. El agua les refrescó y pudieron continuar con el diálogo empezado.
Nicolás le tomó la mano a Elsa pues habían decidido que irían juntos al lugar donde procedía la muchacha y los dos se presentarían.
Justo cuando se dieron la mano...
Nicolás se despertó. ¡No podía ser, era tan real!, pero había sido un sueño. Solo un sueño...

Nicolás desde ese día empezó a tener melancolía y a sentirse infeliz y por eso aquella mañana después de tanta pena salió a buscarla...