ARTÍCULO COPIADO....

ARTÍCULO COPIADO.

>>>>>>Ayer, cuando volvía a casa como cada día en el tren de cercanías, empezaron a sonar en mi mente el triste rasgueo de una guitarra y el cante por “marianas” de José Menese, el maestro del cante hondo de voz potente, bronca y profunda ya tristemente desaparecido.

La primera vez que recuerdo haber escuchado el lamento en forma de cante en la voz del maestro, fue cuando en nuestro país el panorama todavía no estaba nada claro y todavía pintaban “bastos” con mucha frecuencia; era un país donde ponerse una camisa roja el 1 de mayo tenía un significado, donde el cura, el alcalde y el médico eran los caciques temidos por ciudadanos sin derechos y donde la bandera verde y blanca representaba a un equipo de fútbol en lugar, como ahora, de ser seña de identidad de un pueblo sabio, con una filosofía de la vida y con una generosidad a prueba de insolidarios y olvidadizos separatistas. Rajaba el silencio Menese:

“Cuándo llegará el momento
que las agüitas vuelvan a su cauce,
las esquinas con sus nombres:
ni reyes ni roques,
ni santos ni frailes.”

La letra de Francisco Moreno Galván clamaba por tiempos mejores, mucho mejores, donde la justicia y la persona fueran respetados y donde los privilegios desaparecieran. Han pasado algo más de cuarenta años de haber escuchado la “ mariana” y las cosas no han cambiado mucho; bueno en honor de la verdad hay que decir que al menos se puede decir lo que reflejan estas líneas, poco más, y ello a pesar de que los borriquitos ciegos daban vueltas y más vueltas a la noria.

Daba pábulo a la esperanza cuando continuaba el palo flamenco

“Tu no pierdas hermano la esperanza
que el mañana llegará
que donde hubo candela
rescoldito queda
y humo saldrá.”

Pensábamos, idealistas como correspondía a la juventud que quería tener esperanzas de vivir en un mundo mejor, que el momento llegaría, que nuestro mundo, nuestro país cambiaría. Pasan los años y no llega el momento en que la justicia y la igualdad deseadas y soñadas aparezcan, ni siquiera se vislumbre que algún día entren en escena. El paisaje lleno de matices verdes y de colores que soñábamos que traerían los cambios no se materializa, el tiempo nos viene mostrando que los cambios se han producido, y sólo a medias, en las formas que no en el fondo. Es más, vemos que los colores y los verdes soñados se han tornado en tonos grises y áridos.

Nuestra sociedad, es duro reconocerlo pero no queda otra, está plagada de granujas, delincuentes de traje caro y corbata de seda, corruptos con maletines de diseño, comisionistas en negro y ladrones con buenas, muy buenas, relaciones. Hoy duele a las personas decentes ver que está bien visto ser un delincuente, un sinvergüenza que mete la mano, que se lleva el dinero que roba a los ciudadanos a paraísos fiscales para encima no tener que pagar impuestos por un dinero que no les pertenece. Sangra ver cómo la impunidad sigue siendo la capa que protege a los poderosos, cómo un desgraciado dá con sus huesos en la cárcel por robar una lata de conservas para comer, mientras los que han hundido bancos y han afanado los ahorros de pensionistas, se pasean en coches de lujo y disfrutan en yates de ensueño de las plácidas aguas en alta mar para no ser molestados por la plebe, la maldita y maloliente plebe. ¡Se entiende por qué la justicia es ciega!

¿Donde quedaron las ansias de un futuro con horizontes limpios y sin límites para las generaciones venideras? Esas quimeras revirtieron en el fantasma de la emigración que vuelve a aparecer reproduciendo la sangría de nuestros pueblos y de familias que se rompen. Vuelve a aparecer otra vez el fantasma que parecía ya definitivamente arrinconado: lo que en su momento fue la mano de obra barata, andaluces y extremeños, que hizo ricos a alemanes, franceses, suizos, holandeses y catalanes. Vuelven esas páginas negras de la historia que algunos han olvidado y que muchos desearíamos que hubieran quedado olvidadas de verdad, que nunca hubieran vuelto. Seguimos sin ver el horizonte y en su lugar aparecen nubarrones negros y líneas que se difuminan con la calima y la inalcanzable lejanía. Horizontes soñados que nunca se materializan.

Y finalizaba la “mariana” en la voz de Menese que ponía vida a la letra de Moreno Galván, expresando su confianza en la memoria de la gente del pueblo, de los ciudadanos que antaño tuvieron derechos y libertades que los hicieron sentirse personas y que hasta les dio pié para ver cómo se podían tener fundadas esperanzas en un futuro con horizontes.

“Alza la vela y arriba el limón
Matita de romero verde,
ay huele que huele
si el romero no florece,
carne de mi carne,
se muere, se muere.”

¿Tendremos el coraje, el valor y el heroísmo de sacar fuerzas de flaqueza para seguir soñando?>>>>>