Plácido Domingo, Hombres y Mujeres

Vamos a acusarlos a todos.

De entrada quiero decir que sé que me expongo a la crítica más indignada del mundo mundial. Y también de entrada decir que escribo esto sabiéndolo. Y añado que nunca me he callado cuando pienso que debo expresar mi opinión, guste o no.

Creo que hoy es magnífico aclarar que solo es sí cuando se dice que sí. Creo que es necesario dejar claro que si las mujeres no decimos un sí claro y libre, no se puede interpretar como un sí a medias. Eso es un no.

Dicho esto: me repugna que esto se utilice. Me repugna que se utilice con retrospectiva. Y me repugna porque el tiempo en el que los abusos de Plácido Domingo se cometieron, no son los de hoy. No se consideraba abuso que te invitaran a cenar o te pusieran una mano en el muslo. Que lo son…para mí sí. Pero en el momento en el que suceden, “ya se sabía cómo era Plácido” y las mujeres que lo denuncian lo dicen así. Bien. Y si ya se sabía ¿por qué decidieron entonces pasar el trago, y hoy denuncian algo de hace más de treinta años?... Porque mano en el muslo o en la cara, siguieron su carrera. Lo cual indica que les importaba bastante más su carrera que su “honra”. ¿Ahora no?... ¿Ahora que ya no le necesitan?... Me pregunto qué hay detrás de todo eso.

Hace más de treinta años un profesor de la universidad de periodismo me suspendió porque en su despacho al decirme que un ejercicio estaba mal hecho me puso la mano en el muslo y yo le dije que a mí no me tocaba ni Dios. Bueno, pues me podía haber callado y me hubiera aprobado. Pues miren no me callé. Me aprobó en septiembre después de aceptar –yo- tomar dos cafés al aire libre en una terraza y enseñarle no el muslo sino unas cuántas prácticas de ejercicios. Y no me tocó ni un pelo.

Me explicaré: Creo que a raíz de un movimiento legítimo y necesario de dejar muy clarito que solo es sí cuando decimos sí, estamos perdiendo el oremus. Porque entonces hay que acusar de lo mismo al noventa por cien de los actores de Hollywood, de los directores de películas, de ciertos editores de libros, de ciertos directores de periódicos, porque “ me invitaron a cenar, me preguntaron qué iba a hacer luego y si tomábamos una copa, me mandaron un ramo de flores, me dijeron que el vestido me quedaba maravillosamente, me llamaron guapa en una cena”…etc.

Total, que es que ellos así en genérico son unos “salidos” y nosotras unas mosquitas muertas.

¿Vamos a acusarlos a todos?... ¿Y además en retrospectiva?... empecemos por Nabokov, sigamos por Antonio Machado-a este le podemos acusar de abuso de menores-... Sigamos con Thomas Mann y Tadzio.

Es decir, que si mi editor me invita a comer ¿es un machista?...
Si un amigo escritor me invita a una copa y me dice que estoy más guapa que nunca, ¿es un salido?...

Me vais a perdonar pero el feminismo es otra cosa para mí.

Y las campañas a posteriori me parecen mera venganza personal excudándose en ese feminismo.

Y lo que está claro es que alguien con muchísimo poder en el mundo financiero de la Ópera no quiere que Plácido Domingo vuelva a un escenario.

Por Alena Collar
(Licenciada en Lengua y Literatura y Periodismo)