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«Nadie quiere ir a las galeras de primaria, sin horarios y mal pagados»

Anna Vall-llosera, facultativa del Centro de Atención Primaria (CAP), cuenta a ABC que la culpable de esta situación de colapso es la Administración catalana, que «no ha reforzado el núcleo asistencial de la primaria» y «ha organizado tarde el dispositivo»

Esther Armora.

BARCELONA. Actualizado: 22/09/2020 09:20h.

Aún con la resaca emocional y física del primer golpe del Covid en la sanidad pública, los médicos de primaria se preparan desde la primera línea del frente asistencial para un nuevo ataque del virus. Lo hacen sin apenas fuerzas, con unas plantillas bajo mínimos y después de un verano de sobresaltos que apenas les ha dado un respiro. La asistencia primaria resiste pero es consciente de que ha cruzado la línea roja y que sus flaquezas estructurales, fruto de los pretéritos recortes, ya amenazan la calidad de la respuesta asistencial.

Anna Vall-llosera, facultativa del Centro de Atención Primaria (CAP) Bon Pastor de Barcelona, ubicado en el barrio de Sant Andreu, atiende solo por teléfono una media de 50 consultas y, pese a trabajar sin horarios, acaba la frenética jornada con la sensación de «no haber llegado a todo». «Los médicos de primaria no hemos parado desde la primera oleada del virus. La situación empezó a complicarse a finales de junio, en julio empeoró, y ahora estamos saturados y no damos abasto porque, además de gestionar las nuevas infecciones que puedan aparecer en los ambulatorios debemos gestionar toda la actividad no Covid que se aplazó en marzo y sigue en el limbo», denuncia la facultativa, que forma parte del Foro Catalán de la Asistencia Primaria de Cataluña (Focap).

La culpable de esta situación de colapso es, a juicio de los facultativos, la Administración catalana, que, según denuncian, «no ha reforzado el núcleo asistencial de la primaria» y «ha organizado tarde el dispositivo». Fuentes sanitarias señalan a ABC que la situación en Cataluña es equiparable al resto de España.

«Hasta finales del mes de julio no nos llegaron las instrucciones sobre cómo debíamos coordinarnos con el gestor Covid y con los rastreadores externos contratados a Ferrovial. Hasta entonces, nosotros lo hacíamos todo», afirma Vall-llosera. Pese a ello, distingue entre la actual situación en Cataluña y la que atraviesa Madrid. «En Cataluña hemos llegado tarde, aunque no estamos en la situación de Madrid, porque allí se está intentando controlar la situación con rastreadores en un momento de elevada transmisión comunitaria y eso es complicadísimo», añade en declaraciones a ABC.

La facultativa afronta con pesimismo el panorama que les depara en los próximos meses. «Empezamos a sufrir de nuevo en junio porque no había un rastreo organizado. No podemos funcionar así. Las pilas se nos acaban», indica. Los médicos de primaria consideran «insuficiente» el plan de refuerzo de la primaria presentado hace unas semanas por la Generalitat, que contempla una inversión de 127 millones anuales hasta 2022 y la contratación de 3.811 profesionales (este año 46 millones y 1.979 profesionales).

Este «extra» de recursos no resuelve, según los facultativos de primaria, el déficit estructural que arrastra el sector desde el tijeretazo sanitario de 2011, que supuso la pérdida de cerca de un millar de facultativos en los CAPs. Para subsanarlo reclaman contrataciones que contrarresten, como mínimo, esa pérdida. Sin embargo, por ahora el Govern solo ha materializado unas 120 contrataciones, como consecuencia del pacto al que se llegó a raíz de la huelga de hace dos años.

Plan de rescate.

Exigen, asimismo, un plan de rescate para los profesionales de primaria desencantados que no han querido quedarse en los ambulatorios por las precarias condiciones de sueldo y horarios y se han ido a centros sociosanitarios, a servicios de urgencias en hospitales o a unidades de cuidados paliativos.

«Faltan médicos pero algunos de los que tenemos no quieren trabajar en las actuales condiciones. Nadie quiere ir a las galeras de primaria, sin horarios y mal pagados», indica la facultativa. Confiesa estar exhausta. Ha iniciado horas antes su jornada laboral para encajar la avalancha de consultas telefónicas. «No podremos aguantar mucho más. Con nuestro esfuerzo, por muy grande que sea, no podemos salvar el sistema sanitario», concluye.