"Esta mañana, temprano, como cada mañana, me senté ante el
ordenador a escribir la columna de opinión con la que abro mi intervención diaria en estos micrófonos, pero hoy me tembló el pulso, y en lugar de palabras solo me salían gritos. Gritos de impotencia, gritos de indignación, gritos de miedo, gritos de desesperación. Y se me clavaron en la mente las luces de las lámparas de los seis compañeros
mineros que ayer dejaron la vida en la
mina, en la
planta siete del Pozo Emilio del Valle, que la Hullera
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