Allá en la collada
pastando el rebaño,
un pobre cordero
se quedó apresado,
en unos zarzales
que allí se criaban
las púas traidoras
prendieron sus lanas.
Bala y forgecéa,
mas nada consigue
se marcha el rebaño
y el solo se queda.
ya llega la noche
y el pobre cordero
ve como se encienden
las luces del pueblo.
allí esta su madre
y su amita buena,
que estará en la cuadra
dándoles la cena,
y al verle de menos
pide a San Antonio
que a su corderito
no le coma el lobo.
Mas ¡oh! que ironía
entre unos peñascos
en la mata grande
muy cerca del alto,
se esconde un raposo
que mirando atento
a un lado y al otro
olfatea el viento.
pobre corderito
tan tierno
tan blanco
y tan pequeñito.
Ya muy cautelosa
se acerca la fiera,
saltando matojos
cruzando laderas,
llega al corderito
que de puro miedo
se está quietecito.
Y sobre él se arroja
con saña con hambre
desgarra su piel
devora su carne,
y solo ha quedado
allí entre las zarza
manchada de sangre
su lanita blanca.
y todos pensamos
que el buen Sam Antonio
no fue milagroso,
mas no tuvo culpa
no le comió el lobo
lo comió el raposo.