Allá en la collada, La Poesía

Allá en la collada
pastando el rebaño,
un pobre cordero
se quedó apresado,
en unos zarzales
que allí se criaban
las púas traidoras
prendieron sus lanas.

Bala y forgecéa,
mas nada consigue
se marcha el rebaño
y el solo se queda.
ya llega la noche
y el pobre cordero
ve como se encienden
las luces del pueblo.

allí esta su madre
y su amita buena,
que estará en la cuadra
dándoles la cena,
y al verle de menos
pide a San Antonio
que a su corderito
no le coma el lobo.

Mas ¡oh! que ironía
entre unos peñascos
en la mata grande
muy cerca del alto,
se esconde un raposo
que mirando atento
a un lado y al otro
olfatea el viento.

pobre corderito
tan tierno
tan blanco
y tan pequeñito.

Ya muy cautelosa
se acerca la fiera,
saltando matojos
cruzando laderas,
llega al corderito
que de puro miedo
se está quietecito.

Y sobre él se arroja
con saña con hambre
desgarra su piel
devora su carne,
y solo ha quedado
allí entre las zarza
manchada de sangre
su lanita blanca.

y todos pensamos
que el buen Sam Antonio
no fue milagroso,
mas no tuvo culpa
no le comió el lobo
lo comió el raposo.

Guadalupe Lopez Diez