Despertar… despertar vuelta de ti, de espaldas… despertar...

Despertar… despertar vuelta de ti, de espaldas… despertar despacio y volver la cara… despertar.
Despertar perezosa y alargar un brazo, teniendo el otro acurrucado, escondido… No encontrarte y encontrar el ruido, oír la respiración y sentir el peso de una caricia… vértebra a vértebra… rincón a rincón… Despertar.
Desde el nacimiento del pelo al final de la nuca, vertical, hasta ti mismo… buscando y besando los huecos de la risa y esconder de nuevo la mano estirada y sonreír… Despertar… Girar el cuerpo tres cuartos y encontrarte ahí, entrecerrar los ojos, recogerme de pronto, enroscarme perezosa y ocultar el sueño para verte todavía inclinar, tomarme las manos y estirarme toda para ti y ver y sentir el peso sobre la piel, el tacto… despertar crucificada para ti, dios entre tus brazos… Despertar…
Despertar con los ojos abiertos y el alma cerrada… y abrir por fin el alma y cerrar los ojos… dejarse llevar por ti, por mí… abandonarse… Girar la cabeza, arquear la espalda y sentirte caer… soltar las manos y gemir… Seguir así… eternamente…
Ronronear mimosa y animal entre tus brazos… Despertar.
Y volver a girar un cuarto y encoger las piernas, ovillarme de espaldas de nuevo, ondulante, misteriosa, tibia… ocultar la cara, plegando el abrazo… ¡tan íntimo!
Recogida y encogida volver a sentir tu mano sobre el hueso de mi cadera, empujando lateral para abrirme hacia ti de nuevo y sentir la mano que arrastras atravesando mi vientre, costillas, pecho, cuello y cabello… hombro y brazo otra vez obligándome a volver la cara, girando la cabeza tu mano…
Y al fin, abrir los ojos y mirar la mañana… esta mañana… todas la mañanas…
Despertar… despertar aquí… despertar sin ti.