PROFECÍA...

PROFECÍA

Cumplida tu profecía
nos dejaste,
y con tus palabras sedientas
nos perdonaste,
exangüe tu cuerpo
en una cruz agonizante.

Joven marchaste con alegría,
por desiertos y pueblos
que en ti creían,
con tu fe de juventud.

Fuiste a pescar,
pero sin barca,
porque las redes llevaste
en tus palabras.

Y siempre anduviste
muy de mañana,
en el reino del hambre
a destronarla.

Tus palabras sinceras
convencían, y atraían,
en multitudes de gentes
la fe crecía.

Chorro de vida diste,
fuiste chorro de franqueza,
caudaloso y cristalino
con tu sangre, y con tu entrega.

Monedas de plata
que su brillo ciega,
treinta pagaron.
Con un beso de traición
te delataron.

¡Qué mala entraña
descargó sobre tu cuerpo!
Atado a la columna,
látigo y chanza te dieron.

Sin jugo tu boca,
pera tu sed de hierro,
las hieles del vino
en tu boca ardieron.

Y crujieron tus sienes
heridas de terciopelo,
con espinas de ira,
de chanza y celos.

¿Por qué la gente se aferra
a las maldades traidoras?
Como raíz en la tierra
que seca y que la devora.

¡Por qué romper el camino,
que trazado en su destino
le daba al mundo la luz!

Su cuerpo de ropas privado,
con rasguños descarnados,
con sus pies entrecruzados
un clavo los traspasó.

No supieron defenderte,
acribillaron tu cuerpo
y te dieron muerte,
con tus brazos en la cruz.

El olivo balancea
al corrupto apóstol muerto,
falso su beso, ¡avariento!
¡has vendido a tu Maestro!

Crujen los cielos heridos,
surgen rasgados chasquidos,
y con el viento despavorido,
ha muerto nuestro Maestro,
ha muerto nuestro Señor.

Saludos

Estrella