“MADRE”...

“EL LOCO”

No pronuncio su nombre porque me pongo a llorar
Su cuerpo errante, atrevido y burlón
Soliviantaba sus huesos agitando la vereda
Alegraba la calle con sus dolientes carcajadas.

Cubría su pálida piel con rasgada vestidura
Sus ojos traslucían la pureza de su alma
Sentado en la esquina liberaba sus lágrimas
Anhelaba comprensión y paciencia de un amigo.

Cada lágrima era grano de un mundo distante
Emoción, angustia, delirio, insomnio, pesadilla
Alucinación del misterio embriagado de albedrio
Tortuosas horas perdonando la mofa del indolente.

Se ausentaba callado con su inocente aureola
No había intrusos en su encuentro con Zoroastro
Charlaba del Yin, el Yan y la grandeza en lo sencillo
Del dolor redimido con la luminosidad de lo invisible.

Era un profeta de Anatolia espantando la oscuridad
Encendía sus palabras alejándola de la ignorancia
Brillaba su mirada comulgando lejanas luces
¡No soy religión, soy espíritu! Afirmaba.

Se postraba con devoción y con dedos temblorosos
Trazaba dos líneas paralelas a su conciencia
Una era su sombra y la otra el destello de su mente
Sabio proclamando la hondura de lo intangible.

Un día acicalado de colores y hechizado de sueños
Se quedo dormido cerrando sus ojos de niño bueno
Recibiendo la ternura del silencio purificador
Yacía en ese horizonte donde la humanidad no es utopía.

Para muchos fue un loco, para mí un amigo alumbrando mi memoria.

EH

Conmovedor relato.

“MADRE”

Madre, incondicional dulzura
Raíz universal del corazón
Compasiva entraña del universo
Gotas eternas de la palpitación
El humilde rostro del misterio
Lagrimas viajeras de la creación.

Todas las auroras tienen su rutina
Pariendo la lozanía existencial
Vinculo sagrado con la vida
Inconmensurable manto protector
Benevolencia silenciosa del afecto
Esculpiendo la humanidad del ser.

Cuando las horas se callan
Pronuncio tu nombre
Cuando las luces duermen
Sonríes iluminando mi cielo
Cuando respiro vuelvo a tu refugio
Al espacio amado del para siempre.

Madre, ya no son tus días los míos
Son la fragilidad del tiempo
Los ratos del ensueño
Tu pueblo y el mío
La fe peregrina agitando
Las ventanas del viento.

Ya no lloran las ausencias
Ya no esperan gratitud
El amor no implora
Es simple su siembra
Es inmensa su cosecha
Es la paz de tu presencia.

EH