Cantalapiedra, interesante historia. Dramas de la vida...

CAMINABA POR LA GRAN VÍA
Eran las doce de la noche, de aquel 23, de diciembre de 1997, su forma de vestir, daba la impresión, des ser un hombre un poco descuidado, y a la vez su mirada como despistada, un amigo de este hombre, se dio cuenta del problema, y sin dudarlo paro su coche en el carril del autobús, y le indico que subiera al vehículo, el hombre aquel sin darse demasiada cuenta de su drama, subió y al tiempo le reconocía, como su antiguo amigo de la empresa donde él había sido director, sin pensarlo demasiado, se alejaron de allí, y llevándole a la glorieta de Cuatro Caminos, allí detuvo su coche aparcándole sin dudar, y invitándole a cenar en la Calle de Palencia, en un restaurante económico, donde el amigo se pudo enterar de su vida actual, y dándole algún dinero para que no durmiera en la calle, cosa que aquel hombre agradeció a su antiguo colaborador, y tratando de hacerle caso, para poder superar dicha etapa de fracaso, el amigo desde el restaurante, llamo a la esposa de aquel hombre desfondado, y ella con altanería no quería saber nada de él, después de haberse quedado con el piso que aquel hombre compro, y que ella se hizo propietaria sin haber puesto ni una peseta. Pero una voz de niño como con unos 12, años grito, es mi padre, y quiero hablar con él, ya que siempre se portó muy bien conmigo, el niño casi llorando le exclamo, “Mañana quiero cenar contigo en esta casa, y mi madre tiene que estar presente, te espero sin más”. Aquella voz dulce y tierna de las fechas navideñas, se escuchaba a través del teléfono, y aquel hombre desfondado, se dio perfectamente cuenta, del drama que suponía para su único hijo, el no pasar la nochebuena en familia, y enseguida le comento, mañana me acercare a tu casa, y si tu madre no quiere que entre, no entraré, pero yo mi abrazo te lo daré fuerte. Aquella noche la paso en una triste pensión del Barrio de Cuatro Caminos, donde pudo pagar su estancia con el dinero de su colaborador antiguo, y pudo acercarse a una tintorería, en el Mercado de Maravillas, para poder su traje limpiarle y plancharle, y así poder ir andando hasta su antiguo domicilio, donde aquella tarde le esperaba su hijo, con los brazos abiertos, y su esposa como siempre fría y vanidosa, tan solo, le dio las buenas tardes, y le dijo además con desprecio, si estás aquí, se lo tienes que agradecer a tu hijo, si hubiera sido por mí, aquí no entras, y si lo hubieras intentado la policía te habría sacado arrastras. El hombre aquel se dio demasiado tarde cuenta de que su esposa, no era demasiado humana, y que tan solo le tuvo algún respeto, mientras en la casa fluía el dinero, pero ya era tarde, a lo hecho pecho, y sin más comentarios que los que el hijo le hacía, al enseñarle las fotos de cuando era niño, y que el padre siempre estuvo pendiente de él, salieron por la calle a darse un paseo hijo y padre, y sin mucho dudarlo, viendo un letrero de trabajo en una portería, aquel hombre con la carrera casi terminada de económicas, decidió entrar a ocupar el lugar de conserje, y así poder ver mucho más a menudo aquel hijo, que era lo único que le quedaba firme en su vida, aquella cena, apenas se dirigieron la palabra esposa y esposo, fue tan solo un encuentro con la realidad de aquella vida, quizá rota, pero que desde aquel momento, reinicio con la fuerza de saber que se equivocó, al casarse con una mujer interesada, y nada cariñosa, era la propia experiencia que a veces te da la vida, tan solo su hijo le había sacado del camino a ninguna parte, que tienen muchas personas en este Madrid, donde se juzga muy a la ligera, a las personas que deambulan por sus calles, sin poder saber dónde terminaran, y con solo una penosa mira, que no les lleva a ninguna solución, y son víctimas del alcohol, o la drogadicción asesina, que les tiende sus redes de aniquilación, sin poder abrazar ninguna esperanza. Ojala esta ciudad se preocupara un poco de sus personas olvidadas. G X Cantalapiedra

Cantalapiedra, interesante historia. Dramas de la vida que en las grandes ciudades pasan desapercibidos.