Buenas noches: hoy veo la carga emocional que algunos tenéis al hablar de los animales, sean, Mascotas

Buenas noches: hoy veo la carga emocional que algunos tenéis al hablar de los animales, sean o no propios. Yo he tenido dos perras, y la última concretamente, era un cruce de pastora. Se llamaba Yaki dos, porque la primera también la llamábamos igual. Pues bien, Yaki dos, se pasaba las horas a los pies de la cama de mi marido enfermo de un Alzheimer galopante que se le llevó en un año. A los tres meses, ella se puso enferma con una paralisis que la obligaba a permanecer echada todo el día. Viendo aquel sufrimiento del animal y sin solución, precisamente parecido al de su amo, mi marido, con la diferencia de que la perra si era consciente de lo que le sucedía, decidimos sacrificarla aconsejados por el veterinario.

Fue muy duro para mi aquel momento, hasta el punto de que mi hijo se desplazó desde Albacete para hacer la gestión en el clínica veterinaria. Yaki dos era mi compañía y consuelo, y los dos me dejaron sola en tan poco espacio de tiempo, que entré en una profunda depresión.

Gracias a Dios, aquí estoy contándolo a grandes rasgos, después de siete años y de un tiempo terrible luchando, primero con la enfermedad de mi marido y después con la soledad.

A continuación paso a escribir el poema que hice dedicado a mi perra Yaki, donde relata de algún modo la compañía y el afecto de ambos protagonistas.

Un abrazo.

YAKY DOS

Llegaste de pequeñita a nuestro hogar
en el lugar de nuestra primera perra
pues tu amo se sentía muy solo
al haberla perdido a ella.

Te pusimos su nombre
aunque en nada te parecías
traviesa y peluda tanto crecías
que casi en su casita no cabías.

A tu amo le devolviste tanta alegría
que de Yaky Uno se olvidó
reanudando los bellos momentos
para disfrute de los dos.

Salíais al despertar el alba
cuando tu amo quedó inactivo
cruzando valles y montañas
siendo tú su hobby preferido.

Pero un mal día tu amo enfermó
y tú y yo a él nos tuvimos que adaptar
sentada paciente, solías mirarnos
mientras yo le ponía las zapatillas de pasear.

Salíamos los tres hasta que empeoró
siguieron largas horas de vigilia
tú, echada a los pies de su cama
casi un ser humano me parecías.

Ahora que los dos me habéis dejado
y salgo a pasear sin ti y sin él
de los campos se apagaron sus colores
y el eco de tu nombre se ha dormido sin querer.

Yosefin

Yosefin