Algunos os creéis muy graciosos, pero si supiérais el porvenir que os espera vuestros cabellos se volverían blancos. Es evidente que estáis ciegos y sordos y no queréis que nadie os despierte de la modorra espiritual en la que esttáis sumidos. ¡Que Dios tenga misericordia de vuestras Almas en la adversidad que se cierne sobre vuestras cabezas!