Un día de éstos, armaré yo a los animales del campo...

Un día de éstos, armaré yo a los animales del campo para que os peguen una buena perdigonada en el culo, matarifes. Que vais a acabar hasta con los ruiseñores. Por cierto, el Rey, después de haber asesinado a su hermano, tenía que haberle servido de escarmiento y no dejar armas a los nietos... ¡Vaya tela!