El Rey expresa su malestar por el veto del Gobierno....

El Rey expresa su malestar por el veto del Gobierno.

Don Felipe hizo saber a los jueces que no compartía la decisión del Ejecutivo.

Zarzuela intentó rebajar la tensión y dijo que era una llamada de cortesía.

Almudena Martínez-Fornés.

Jesús Hierro.

Isabel Vega.

Actualizado: 26/09/2020 00:18h.

El Rey hizo saber ayer a los jueces y a la opinión pública que le «habría gustado» presidir, como es tradición desde hace veinte años, la entrega de los diplomas a la nueva promoción de jueces que se celebró en la sede de la Escuela Judicial en Barcelona. Por primera vez en la Democracia, trascendía el malestar del Jefe del Estado con una decisión del Gobierno, que se negó a refrendar su presencia en el acto. Don Felipe estuvo siguiendo la ceremonia por internet desde su despacho y, en cuanto terminó, llamó por teléfono al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, para expresarle su deseo de haber estado con ellos.

La llamada del Rey sonó como un «basta ya» en la relación de la Corona con el Gobierno. Después de dos años de desaires, plantones, exigencias y silencios por parte de Sánchez, en los que La Zarzuela ha tratado de salvar discretamente la situación, se visualizaba una crisis institucional sin precedentes. El malestar del Rey ha llegado a una opinión pública preocupada por la deriva del Gobierno de Sánchez, cada vez más apoyado en los separatistas, y por los deseos de algunos miembros del Ejecutivo de cambiar el sistema de Estado y proclamar una República.

Zarzuela matiza.

Sin embargo, anoche, la Casa del Rey intentó rebajar la tensión y precisó que había sido «una llamada de cortesía al presidente del CGPJ con el objeto de trasladar su felicitación personal a la nueva promoción de la carrera judicial, sin consideraciones institucionales respecto del acto ya celebrado».

La discrepancia hecha pública por el Rey se produce poco después de que se anunciara que el Gobierno inicia ya la tramitación de los expedientes de indulto a los presos del «procés». Llegado el caso, Don Felipe tendría que sancionar el perdón. Sin opción de eludir esta firma, el Rey ya ha dejado claro que es capaz de cumplir con un mandato constitucional y manifestar, a la vez, su discrepancia con las decisiones del Ejecutivo.

Además de expresar su deseo de haber acompañado ayer a los jueces, el Rey podría recibir más adelante en audiencia en La Zarzuela a esta última promoción, la sexagésimo novena y a la que no ha podido entregarle personalmente los diplomas. De hecho, así lo viene haciendo con otros cuerpos superiores, como son los notarios o los inspectores de Hacienda.

Don Felipe no pudo estar, como le habría gustado, en la entrega de despachos a los nuevos jueces, pero según comentaba algún asistente, estuvo más presente en su ausencia que si hubiera acudido. El vacío sobrevoló en todo momento una sencilla ceremonia, trastocada no solo por la falta del Monarca sino también por las limitaciones obligadas en prevención del coronavirus.

Todos los presentes echaron de menos al Rey, y la mayoría de quienes tuvieron posibilidad de intervenir en el acto lamentaron su ausencia. Desde el director de la Escuela Judicial, Jorge Jiménez, que reconoció que la ceremonia sin él quedaba «empañada», a la número uno de la promoción de jueces, Cristina Menéndez, que en su discurso censuró que se use al poder judicial como «moneda de cambio» para «juegos políticos o institucionales». Menéndez puso voz al sentir de sus compañeros, algunos de los cuales incluso decidieron no presentarse al acto, «desencantados» con la situación. No obstante, los ánimos caldeados de los últimos días vaticinaban un escenario peor. De los 62 nuevos jueces de la promoción, acudieron 47 a la ceremonia: nueve se habían excusado por cuestiones relacionadas con la pandemia y el resto no se presentaron. Tres comunicaron que se ausentaron por su disconformidad con lo ocurrido.

Lesmes ensalza al Monarca.

El recuerdo al Rey y los reproches implícitos al Gobierno resonaron en la sala de la Escuela Judicial. El más contundente, o al menos, quien más se explayó en lamentar la ausencia de Don Felipe fue el propio presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo (TS), Carlos Lesmes. La incorporación a su discurso de una mención expresa que dejase constancia del malestar general en la judicatura por la ausencia del Rey se había pactado la víspera en la Comisión Permanente del Consejo. Y lo abordó sin preámbulos. Dedicó la primera parte de su discurso a ensalzar la figura del Jefe del Estado, cuya habitual presencia en las entregas de despachos de los últimos veinte años «va mucho más allá de lo protocolario y adquiere una enorme dimensión constitucional y política». Evidencia, según dijo, «el apoyo de la Corona al Poder Judicial en defensa de la Constitución».

Lesmes, que compartía la mesa presidencial con el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, a falta del presidente del Tribunal Constitucional, Juan José Rivas, que había excusado su presencia por motivos de agenda, no mencionó explícitamente al Gobierno. Sin embargo, con su discurso de sostenida exaltación de la figura del Monarca, el presidente del CGPJ fijó postura en este asunto. Recordó a la nueva promoción y a todos los ciudadanos -se emitía en directo por streaming-, que por imperativo de la Constitución, «la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey». En este contexto, reiteró el «pesar» de los jueces por su ausencia, sean «cuales sean las circunstancias que la han motivado».

Y es que el Gobierno no ha dado explicaciones por el veto a Don Felipe, quien, desde luego, tenía previsto, como cada año, presidir la ceremonia, y que lamentó no poder hacerlo esta vez, tal y como le dejó claro al presidente del CGPJ en esa llamada telefónica en la que, además, trasladó su cercanía y su sincera felicitación a los nuevos jueces.

Sin explicaciones.

La decisión del Ejecutivo de Sánchez se produce cuando parece inminente el pronunciamiento del Tribunal Supremo sobre la posible inhabilitación del presidente de la Generalitat, Quim Torra, momento en el que el independentismo más radical podría retomar las algaradas callejeras que en octubre del año pasado sembraron el caos en Barcelona tras la sentencia del «procés». Sin embargo, no hay una posición oficial de los motivos han llevado a La Moncloa a tomar esa decisión.

Ese desconocimiento del fondo, junto al debido respeto institucional entre dos poderes del Estado, explican la contención en el discurso de Lesmes. Difícilmente podría haber ido más allá en su crítica a una decisión que no es su competencia y cuya motivación desconoce. Con todo, sus palabras fueron avaladas dentro y fuera del auditorio, había cumplido el compromiso de llamar la atención sobre una decisión tan insólita y lo hizo recordando al Gobierno cuál es su real trascendencia.

El asunto estaba en el ambiente, hasta el punto de que a punto de levantarse la sesión, el vocal del CGPJ José Antonio Ballestero, entre el público, instó a viva voz a los presentes a acompañarle «con toda moderación, pero también con toda convicción» en un «Viva el Rey» que repicó el resto de la sala, para después romper en aplausos.

Fue entonces cuando Lesmes levantó la sesión y se produjo la anécdota del día. Un micro abierto captó a quien por el tono de voz y el acento parece el ministro Campo, comentar bajo la preceptiva mascarilla al presidente del CGPJ: «Se han pasado tres montañas». Una vez negado desde el Poder Judicial que la afirmación fuese de Lesmes, las miradas se pusieron en el Ministerio de Justicia: «El ministro no se reconoce en esa grabación», contestaron en este departamento.