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Pensar mucho en los recuerdos significa estar viviendo poco

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Fátima Servián

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Vivir de los recuerdos es limitarse, porque quien de algún modo no disfruta el día a día no está aprovechando su presente, su momento para experimentar… Porque la vida no consiste en recordar sino en actuar. No es ir hacia atrás sino hacia delante. Ni tampoco estar presos entre el pasado y el futuro, como si el aquí y ahora no existiera.

Recordar es parte inherente de la vida y a menudo es inevitable, ya sea para bien como para mal. En cierto modo, los recuerdos son una forma de aferrarnos a lo que amamos, a quienes somos y a lo que no queremos perder. A eso que nos marcó profundamente.

El ayer es el recuerdo de hoy y el mañana es el sueño del presente.

Ahora bien, los recuerdos son engañosos porque están coloreados con los eventos del presente y las trampas de la memoria. La diferencia entre los recuerdos falsos y los verdaderos es la misma que existe entre las joyas: siempre son los falsos los que parecen más reales, los más brillantes.

El escritor, guionista y director de cine español Ray Loriga decía en su libro Tokio ya no nos quiere algo que los científicos llevan tiempo advirtiendo: «La memoria es el perro más tonto, le tiras un palo y te devuelve cualquier cosa».

« ¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!».