Aviso de Publicación: Texto 16/78
HEMEROTECA
«De ‘rey de la casa’ a ‘tirano’»
Por Loli Lucena Pineda
www. gibralfaro. uma. es/hemeroteca/pag_1843. htm
Aviso de Publicación: Texto 15/78
CONOCER MÁLAGA
«“Gaona”: De casa solariega a Instituto de Enseñanza Secundaria»
Por Alexis Jurado Lavanant
Aviso de Publicación: Texto 14/78
VIÑETAS
«Apuntes sobre “El Espadachín Enmascarado”»
Por Manuel López Porras
«Apuntes sobre “El Espadachín Enmascarado”»
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PAISAJES INTERIORES (1)
«POEMAS OCASIONALES»
Por Ángel Arquillos López

CUANDO MUERE EL AMOR

Efímero amor, y larga vida
para seguir amando,
para caminar entre las dudas,
quitando espinas a la flor, ... (ver texto completo)
Narrativa breve (4)
K&P’S PRAGUE TATTOO CON DOS FOTOGRAFÍAS PERDIDAS
Por Álvaro Martí

Desnuda ante el espejo del baño, sosteniéndose un pecho, con el agua de la ducha salpicando la mampara semitransparente, Elisa recordó el invierno en que viajó a Praga.

Lo primero que pensó, dejando caer las maletas en la cama del albergue para estudiantes, después de un vuelo de más de siete horas con escala en Berlín, fue que determinados lugares en el mundo contagiaban una incómoda sensación de elasticidad. ... (ver texto completo)
Aviso de Publicación 3/78
NARRATIVA BREVE (3)
«LINCE Y LA CHICA GÓTICA»
Por Manuel del Pino

SE ACERCABA HALLOWEEN o, si lo prefieres, la fiesta de Todos los Santos y de los Difuntos. En las calles y en la tele todo era calabazas, esqueletos y murciélagos. El verano ya pasó, venían días más frescos y nublados.

Después del último golpe, Víctor Lince y Carla Martel se habían trasladado de su pisito de alquiler a una mansión de La Moraleja llamada «Villa Siniestra».

Hasta allí condujo el ... (ver texto completo)
NARRATIVA BREVE (2)
«ANOREXIA»
Por Enrique J. Martínez Llenas

LA SITUACIÓN HABÍA llegado a un punto en el que Carmen estaba por declararse vencida, impotente ante la magnitud del problema que, desde la muerte de su esposo, padecían ella y su pequeña hija Micaela. La niña estaba cada día más delgada y nadie encontraba la causa. Sus cabellos eran ahora frágiles y quebradizos; la piel, casi transparente; las costillas se podían contar a simple vista y los ojos lucían apagados, sin brillo, como los de un cachorro abandonado.

Comenzó con los vómitos a los diez años, pocos meses después de la muerte de su padre, pero ahora, a los trece, eran mucho más frecuentes. Comía cada vez menos y no pesaba más que una pluma. Tampoco había empezado a menstruar y, por ello, sus compañeras de curso la escarnecían con sus burlas, haciendo que la niña ya no quisiera volver a la escuela.

Los estudios médicos no demostraban ninguna enfermedad específica; tampoco, ninguna de las pruebas diagnósticas que le había indicado el psiquiatra sugería que Micaela tuviera algún trastorno psíquico importante, salvo tristeza y depresión, originadas por la muerte de su padre y por el estado en que ella misma se veía.

Todo llevó al diagnóstico de que padecía una anorexia nerviosa, que la consumía progresivamente. Carmen la veía así languidecer lenta y silenciosamente, con periódicos ingresos en el hospital que sólo servían para prolongar la situación sin resolverla definitivamente.

María, la abuela de Micaela, la llevaba cada tanto a pasar unos días a su pueblo, en el que vivía con la única compañía de su viejo perro Pancho. Eran momentos muy agradables para la niña: pasaban juntas el tiempo leyendo historias de unos viejos y ajados libros que guardaba la abuela, jugando con Pancho, dando paseos por las arboledas de álamos y ayudando a María en las tareas domésticas.

Una tarde las visitó don Alfonso, el viejo y ya jubilado médico del pueblo. Recordaba con mucho afecto a Micaela, de verla desde pequeña jugando en el pueblo y de haberla asistido por alguna pequeña herida u otra banalidad propia de la infancia.

— ¡Hola, chavalita —dijo—. ¿Qué hay? Te acuerdas de mí, ¿verdad? ¡Pero qué delgada estás, por Dios! Oye, María, ¿qué le pasa a esta muchacha? La recuerdo alegre, despierta y con buenas carnes, ¡y ahora es casi un estropajo!

—Es que no lo sabemos, Alfonso —respondió María—. Dicen que es una… no sé qué… ¡anorexia, eso es! Pero mira, no importa el nombre de la enfermedad; nadie sabe qué hacer y mi niñita, ya la has visto, está cada día más decaída y débil.

— ¡Hala, ven para aquí, Mica —dijo don Alfonso acercándose—. Deja que este viejo te examine un poco. Bien dicen que el diablo sabe por diablo, pero que más sabe por viejo.

[…]

El relato continúa en: www. gibralfaro. uma. es/narbreve/pag_1829. htm ... (ver texto completo)
01/78. NARRATIVA BREVE (1)
«Ojitos de vidrio»
Por Ninfa Estela Duarte

RECOSTADA FRENTE AL hogar, atizando el fuego de vez en cuando, había pasado la tarde entera, sumida en mil pensamientos, tratando de explicar los «por qué» de tantas cosas y acariciando mi propia alma para acallar a los duendes que se habían instalado en ella desde aquel día.
Voy hasta la ventana, cuyos vidrios se habían puesto rojizos con los últimos rayos del sol de invierno. Era julio y triste el paisaje. No por la lluvia, ... (ver texto completo)
16/77. VIÑETAS
«EL LLANERO SOLITARIO» Y OTROS JINETES ENMASCARADOS
Por John Mulder

Dedicado a Martín Arceo, Héctor Garza y Vic Sage.

DE FORMA MUY resumida, la historia del justiciero enmascarado cuyas aventuras lo van a convertir en una leyenda viva empieza a tomar forma cuando el joven John Reid, siguiendo la tradición familiar de su padre y hermano, ingresa en el cuerpo de los Rangers de Texas. Cierto día es elegido para formar parte de una patrulla, comandada por su hermano, el capitán ... (ver texto completo)
Texto 11/77. CRÍTICA LITERARIA (1): «Un autor dentro de sus personajes» por Francisco Vélez Nieto

Texto 11/77
CRÍTICA LITERARIA (1)
«Un autor dentro de sus personajes»
Por Francisco Vélez Nieto

« ¿Qué libro me llevaría a una isla desierta?
Cualquiera, con tal de que sea de B. Traven?»
ALBERT EINSTEIN ... (ver texto completo)
08/77
PAISAJES INTERIORES (4)
«Mujeres Americanas. (Selección)»
Por Marisa Aragón Willner

MUJERES AMERICANAS
(SELECCIÓN)*

MUJER INDÍGENA
Tus pasos resuenan en las praderas y al borde de las serranías ... (ver texto completo)
TEXTO 7/77
PAISAJES INTERIORES (3)

“La Vida Es Sueño”
Por Javier Gaytán Gaytán

DISTURBIOS PARA UN LENGUAJE
Con su loco talle de pájaro mi abuela
en libro abierto me deletrea
luna de amor tumultuoso ... (ver texto completo)
TEXTO 06/77
PAISAJES INTERIORES (2)

«He amado al Tiempo»
Por Maximiliano Brasla

HE AMADO AL TIEMPO
He amado al tiempo por miedo a perder mi vida,
he dormido en sus agujas
aun sin comprender el porqué de sus actos
irreversibles y egoístas.

He aprendido que el tiempo es un arma
que a poco mata,
pero que jamás podrá matar mi memoria
ni la inmensidad del cielo.

He contemplado en soledad
las estrellas en el eterno cielo,
siendo el tiempo mi única compañía,
y me ha enseñado con el tiempo
que venimos a este mundo únicamente a aprender.

Que las verdaderas amistades
perduran como la estadía del tiempo en el mundo,
como el movimiento de las nubes
y el extenso cuerpo del inalcanzable horizonte.

Que al amor, aunque duela,
jamás se lo abandona por miedo a la soledad.
Y a veces, por costumbre, a amar
uno se termina aferrando a una irrealidad.

Que la palabra es el comienzo
de un nuevo camino
y nuestro andar, el anhelo de lograr
lo propuesto.

Que la felicidad perdura
al igual que la tristeza y la sabiduría nace
después haber vivido
la estadía que el tiempo nos ha ofrecido.

Y, aunque el tiempo
se adueñe de mi juventud como la oscuridad de la luz,
me confesó que el futuro no existe,
tan solo es un nuevo presente.

________

Este poema concluye aquí. Si queréis leer algunos más de este buen amigo mío, podéis hacerlo en esta dirección: www. gibralfaro. uma. es/antologias/pag_1817. htm ... (ver texto completo)
TEXTO 5/77
Sección: PAISAJES INTERIORES (1)
Título: CUERPO DE CARBÓN
Autor: MARIELA LOZA NIETO

CUERPO DE CARBÓN
Un estruendo espanta a la madrugada,
el niño mira dolorido hacia la boca,
las mujeres corren hacia ella angustiadas.
... (ver texto completo)
04/77
NARRATIVA BREVE (4)

“Euclides y el sabio”
Por Marcelo D. Ferrer

EUCLIDES.— Respondiendo a la media general a la que pertenezco, tengo algunos interrogantes, diría, básicos. El primero es mi origen y si él responde a una mera conjunción de genes o me asiste algún propósito. El segundo está relacionado con el amor: quisiera saber si el amor es algo más que un instinto sesgado por la razón. El tercero tiene que ver con el universo: me gustaría saber dónde termina. Y el cuarto: sobre la muerte, la bipolar muerte. Algunos la consideran el fin; otros, un nuevo comienzo.
»Verá: antes de llegar ante usted, he concluido que mis cuatro interrogantes poseen extremos que se juntan. Hacia un lado, lo liminar; hacia el otro, el misticismo. Cierto es que pocas certezas me ha dado el misticismo para que crea fervorosamente en la metafísica. Pero si limito las respuestas a la física, incongruentemente me lleno de escepticismo.

EL SABIO.— Las respuestas a esos interrogantes dependen del camino que elijas tomar: el místico, el práctico o el que se rodea de ambos paisajes a la vez. ¿Cuál de todos los caminos prefieres?

EUCLIDES.— ¡El que conduce a la verdad, por supuesto! Sin la esperanza de la verdad, no habría horizonte posible.

EL SABIO.— ¿Tú crees que la verdad tiene un valor absoluto? Si antes de descubrir esa única verdad que buscas, descubres partes de ella, lo que reste, sin duda, variará su contenido. ¿Cómo crees que sería el resto de tu día si te revelara ahora la verdad sobre todas las cosas? Si la verdad fuera absoluta, no existiría la ficción creativa de la duda. Cada pequeña verdad que se revela es un placebo. Si prefieres el escepticismo al misticismo, la verdad absoluta que persigues será la noche. Si eliges el misticismo, aguardarás el amanecer. Si no existiera el día después de la noche, se perdería la oportunidad de un nuevo comienzo.

EUCLIDES.— Entiendo. Puntualicemos.

EL SABIO.— ¡Ah! ¡Propósitos! ¡Amor! ¡Universo! …Y muerte. Es verdad que «Dios no juega a los dados». Hay un don en todas las cosas. Ese abrigo que te cubre posee el don de aprisionar el calor que emana de tu cuerpo y te mantiene confortable. Piensa que eres un abrigo y sé fiel al don que poseen los abrigos. Piensa que eres una flor y sé fiel al don que le atribuyes a las flores. Como un camino de pequeñas verdades, elige tú un propósito que exalte tus dones.
»Sobre el amor: imagínalo como un puente que liga los instintos. Usa la razón para ensanchar el puente y hacerlo confortable.
»En cuanto al universo, siento quebrar tus expectativas: este termina justo donde comienza. Cada uno elige donde comienza y termina el propio. Cierto campesino me dijo que elegiría la punta de su dedo y, sin más, comenzó a recorrerlo hacia donde su dedo apuntaba.
»Sobre la muerte... ¡hum...! Te diré: todos los días muere la imagen de un recuerdo que no se lleva consigo las sensaciones. La muerte, como la verdad, no es absoluta.

Este relato está completo. Si queréis leer alguna cosa más, id a esta dirección: www. gibralfaro. uma. es ... (ver texto completo)