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España busca ejecutar una política exterior más autónoma del eje París-Berlín
ENRIC JULIANA

MADRID

26/01/2021 06:00Actualizado a 26/01/2021 08:51
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España apostará por el regreso al multilateralismo y será más europeísta que nunca y al mismo tiempo buscará llevar a cabo una política exterior más autónoma del eje Berlín-París. Se defenderá el federalismo europeo, pero también se trabajará para intensificar las relaciones bilaterales con otros países, bajo la divisa de la diplomacia económica y en busca de una mayor cuota de reputación en el mundo. Se exhibirá la diversidad interna de España como un factor positivo y atrayente. Un país europeo con estrechos lazos con Latinoamérica en busca de oportunidades y puntos de fuerza en un mundo acelerado y cambiante. Muy en síntesis estas son las principales líneas de la nueva Estrategia de Acción Exterior que el Consejo de Ministros examinará hoy para su remisión al Parlamento.

Bajo la bandera de Europa, España cultivará con más esmero el jardín de las relaciones bilaterales. “Más allá del objetivo central de una mayor integración y cohesión europea, España aspira a dar más importancia y relevancia a las cumbres bilaterales que ya tenemos con Portugal, Francia, Italia, Alemania y Polonia, que pueden extenderse a Rumanía”, señala el documento, al que ha tenido acceso La Vanguardia.

Se deberá buscar una nueva relación con el Reino Unido. Se establecerá una mayor comunicación con el grupo de Visegrado, club de países del este de Europa que agrupa a Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, a la vez que se cuidarán más las relaciones con los países bálticos. Efectivamente, un poco más de juego hacía el este: también se procederá a la apertura de “antenas diplomáticas” en Bielorrusia, Armenia y Uzbekistán.

Prioridades
Más atención al este de Europa y mucho cuidado con Marruecos y Argelia
Evidentemente, España también cabalgará la ola transatlántica después del cambio en la presidencia de Estados Unidos. Cambio que obligará a recalibrar la política hacía Latinoamérica, país por país. Veamos qué dice la ficha de Venezuela: “La prioridad será rescatar el marco democrático y apoyar a que el país supere su crisis política y humanitaria, con impacto en el resto de la región”.

Atención prioritaria a las relaciones bilaterales con Marruecos y Argelia –hay motivo–, con la vista apuesta en el Sahel y el resto de África. “Como país nodal en el seno de la Unión Europea, España buscará muy particularmente establecer alianzas de países afines y preparados para ir más lejos o más rápido en torno a temáticas concretas y agendas compartidas”, se dice en el plan. Prudencia sobre China. No hay un apartado específico sobre China en el documento de más de cien páginas que hoy visará el Consejo de Ministros. China aparece rápidamente mencionada en el apartado dedicado a Asia-Pacífico.

Claves principales
1
España trabajará por una mayor integración europea y a la vez reforzará las relaciones bilaterales y planteará alianzas concretas con los países con los que pueda compartir intereses y objetivos en un mundo muy cambiante.
2
Se reforzarán los lazos con Estados Unidos desde el marco europeo. Latinoamérica sigue siendo prioridad. Política dúctil con Venezuela para conducirla a la democratización. Prudencia con China. Máxima atención a Argelia, Marruecos y el Sahel.
3
Mayor interés por los países del este de Europa. Cumbres bilaterales con Rumanía. Más comunicación con el grupo de Visegrado y los países bálticos. Antenas diplomáticas en Bielorrusia, Armenia y Uzbekistán.
4
Mayor capacidad de anticipación, diplomacia económica muy atenta a la energía y la tecnología como factores geopolíticos.
Un ejemplo práctico del nuevo enfoque de la acción exterior es la ostensible mejora de relaciones con Italia, después de un largo periodo de silente competición entre ambos países por el tercer puesto en el podio europeo. La pasada primavera, España e Italia hicieron frente común ante la dura negociación del programa de recuperación de la economía europea. Hoy hay mucha más sintonía entre Madrid y Roma.

Otra novedad relevante de la nueva Estrategia de Acción Exterior es la ausencia de ansiedad por la integridad territorial de España. Para el Gobierno que preside Pedro Sánchez parecen haber pasado los tiempos –recientes– en los que la defensa de la unidad de España y la refutación de las tesis independentistas era una de las constantes de la política exterior. Durante la presidencia de Mariano Rajoy, el ministro de Asuntos Exteriores, ­José Manuel García-Margallo, siempre sostuvo que la cuestión de Catalunya se dirimía fuera de España, ante la fuerte actividad desplegada por el movimiento independentista catalán en los circuitos internacionales.

La cuestión asiática
Prudencia sobre China: el documento estratégico evita un posicionamiento duro
Eran otros tiempos. Los acontecimientos de octubre del 2017 dejaron claro que la independencia de Catalunya no poseía palancas internacionales, pese a algunas promesas de mediación. En el documento que hoy discutirá el Consejo de Ministros, el planteamiento estratégico se invierte: la mejor manera de preservar la unidad es aceptar y explicar al mundo la diversidad de España. En tal sentido, se lanzará la iniciativa España Diversa, en fase de elaboración, para inscribir la pluralidad del país en la política exterior. La ministra Arancha González Laya es una firme defensora de ese giro.

Después de su presentación al Parlamento, la Estrategia de Acción Exterior será formalmente aprobada por el Gobierno.

Por un 'poder blando' español
La nueva Estrategia de Acción Exterior aboga por un soft power español en el mundo. El concepto poder blando fue acuñado en 1990 por profesor de la Universidad de Harvard Joseph Nye para describir la capacidad de un Estado para incidir en las relaciones internacionales valiéndose de medios culturales e ideológicos capaces de complementar su acción diplomática. Buena reputación. Defensa de valores positivos. Creación de entornos. La enorme capacidad persuasiva de Estados Unidos en la defensa y promoción de su modo de vida durante la guerra fría sería uno de los grandes ejemplos de poder blando. (Poder blando con misiles nucleares). La antipatía que ha suscitado la presidencia de Donald Trump sería la némesis del poder blando.

​Una España democrática, comprometida con los derechos humanos; activa en la defensa de los derechos de las mujeres; respetuosa con el medio ambiente; respetuosa, también, con su pluralidad interna, y atenta a las derivas autoritarias que pueden propiciar los desarrollos tecnológicos, podría reforzar la capacidad negociadora de un país objetivamente modesto en la arena internacional. En pocas palabras, un país bien conectado con las corrientes democráticas del mundo y sin grandes adversarios puede moverse bien y ganar protagonismo. La diplomacia española y todos los demás organismos estatales implicados en la acción exterior deberían implicarse en esa tarea reputacional. Esa es otra de las líneas maestras de la nueva Estrategia de Acción Exterior, madurada durante meses.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Muy bonito, pero los dos virus prosiguen su avance en España. El Gobierno Central y Progresista, preocupadisimo por celebrar las elecciones en Cataluña.