LAS MALAS COMPAÑIAS LE LLEVARON A LA TUMBA...

LAS MALAS COMPAÑIAS LE LLEVARON A LA TUMBA
En aquellos años de cambio político en España, surgieron los vendedores de fantasía, o sea droga, que llevó a muchos jóvenes al cementerio, eran tiempos de querer probar de todo, y el dinero si trabajabas, podías llegar a tenerlo, aunque muchos de aquellos jóvenes, decidieron meterse en el mundo de la delincuencia, para poder sufragar su vicio, que en algunos casos, fue imposible el poder comprarlo, llegando a realizar atracos, y tirones de bolsos, con muchas muertes en su camino, Madrid llegó a tener más de 20, puntos fijos, donde se vendía la droga sin ningún problema de abastecimiento. Hubo puntos ambulantes de venta de droga, en diferentes lugares de la capital, la policía nacional o la local, no eran capaces de mantener aquel mundo a raya, ya que día a día se notaba mucho más su consumo, y sus consecuencias de mortalidad. Aquel joven venido a Madrid, para abrirse camino, fue un protagonista más, de aquella moda que se llevó a la mejor juventud de entonces, o como se decía desde algunos medios, la juventud más lanzada, la que quería probar de todo, El joven aquel, empezó a visitar la Plaza de Chueca, y a la vez La Plaza del Dos de Mayo, donde se encontró con jóvenes como el, pero mucho más enganchados en el vicio, de vez en cuando visitaba, los bajos de Aurrera en Arguelles, y la parte trasera de La Gran Vía, y sin dejar atrás la zona de la parte de El Puente de Vallecas, detrás de la Albufera donde se encontraba la casa de socorro, de la calle Concordia. Su mundo empezó a ser un camino sin retorno, en su día a día, se dedicó a robar en los automóviles aparcados, robando ruedas y radio casetes, su físico fue poco a poco dejándole como enganchado, sin poder estirarse derecho, sus ojos vidriosos dejaban ver los ojos tristes, y las ojeras cada día más grandes, sus manos de vez en cuando le tiritaban, eran los llamado monos, que los médicos los llamaban abstinencias. La falta de información les llevaba a pincharse la heroína, con la misma jeringa, y en aquellos tiempos penosos, empezó el temido SIDA, con sus consecuencias fatales, ya no se moría la gente joven solo de la droga, si no que la enfermedad adquirida por vena, o por trasmisión sexual, les llevaba al cementerio, pero no sin antes pasar el calvario de sufrir sus últimos momentos. Hubo veces que cuando un grupo de estos jóvenes, caminaban juntos, alguien les llamaba, ”Los Muertos Vivientes”. Era normal aquellos años, oír comentar, como aparecían tirados cerca de los puntos de venta, como la famosa Avenida de Guadalajara, muertos con la jeringa en sus brazos, sin poder ser atendidos, de sus problemas adquiridos. Aquel joven acababa de meterse su racioncita, como ellos decían, y desde donde se había metido su terrible dosis, en el Barrio de Hortaleza, tuvieron que coger un taxi, para que les llevara a el Hospital de La Paz, al verse morir en aquellos momentos, el taxi trato de correr lo que más podía, pero al llegar al tramo de la Avenida de San Luis, en aquel paso estrecho, que entonces existía antes de llegar a la calle de Arturo Soria, el joven falleció, el taxista que por el espejo retrovisor estaba viendo el final del joven, vio acercarse a un coche del, 091, y sin dudarlo le dio las luces intensivas, cosa que el coche se puso delante del taxi, y sin dudarlo, al ver al joven todavía caliente, pero muerto, le cambiaron a su coche, llevándose al compañero del joven con ellos, sabiendo que estaba muerto, pero para evitar muchos problemas al taxista. Cosa que el conductor del taxi agradeció, nadie de los medios de comunicación de aquellos años comento nada, era un tema tabú cada día, existían muchos de esos casos. Que solo su familia lo comprobaba. G X Cantalapiedra.