El desprestigio del cálculo....

El desprestigio del cálculo.

Es poco sabio imitar a quien naufraga.

Hermann Tertsch.

Actualizado:

08/01/2019 08:28h.

Nadie sabe cómo acabará el culebrón andaluz y si los miedos a los efectos de la propaganda «antifascista» de la izquierda y las ganas de buscar posiciones ante unas elecciones, primero europeas y municipales y después generales, van a obrar el milagro de salvar a Susana Díaz. Es improbable. El partido que crece como esperanza de aquellos que la habían perdido, basa su mensaje e identidad en ser distinto a los demás. Y debe suponerse que en la investidura primará el interés de España. Sin caer en trampas de fuerzas filosocialistas para una investidura de Díaz por rebote o nuevas elecciones que permitan a Marín volver al redil socialista como algunos querrían. El bien de España hoy pasa por no frustrar el poderoso mensaje de esperanza para toda la nación que es el acontecimiento de que los socialistas saquen sus sucias manos del poder en Andalucía por primera vez en 37 años. Aunque se vea como premio a la petulancia de Cs, incapaz de tratar con respeto a quien le cede los votos necesarios para el gobierno con el PP.

Deberían saber entretanto que las ofensas a Vox siempre benefician al ofendido. El despreciar a sus demandas ha provocado el extraordinario fenómeno de que hoy toda España es consciente de la existencia de unas leyes de género grotescas, injustas, anticonstitucionales y bribonas que la izquierda impuso en Andalucía. Que son además de una aberración jurídica y un rodillo totalitario que despoja de derechos a los españoles, un mecanismo de saqueo continuado, masivo y obsceno del erario español. Como dice el que fuera dirigente de UPyD Andrés Herzog: «No había leído la ley de violencia de género de Andalucía, pero, una vez hecho, me parece un auténtico despropósito, de fondo y forma». Las brutales, injustas e infames leyes de género, como las de memoria histórica, que en Andalucía agravan las nacionales promulgadas por el zapaterismo, han quedado en evidencia y todos saben ya que son inaceptables. Cs y el PP no pueden defenderlas sin perder la razón, coherencia y credibilidad política.

Por eso no debieran confiar demasiado en Cs en que, ninguneando a Vox, van a ganar mucho aplauso. Más allá del de un decrépito Emmanuel Macron y un Manuel Valls cada vez más desubicado. La sociedad española está harta de maniobras, de listos y de tacticismos. Quiere verdades articuladas. Los cálculos maniobreros del politiquerío están tan desprestigiados como el eufemismo. Es probable que los gestos inequívocos de denuncia política de Vox, parejos a su generosidad al dar a quien le ofende unos votos necesarios para abatir al corrupto socialismo andaluz, le suponga un rédito mayor a ese partido que a Ciudadanos su altanería. A Albert Rivera le perseguirán las muchas imágenes de sus idilios y carantoñas con el líder de un partido antisistema, anticonstitucional, comunista, antidemócrata, amigo de Bildu y de las FARC y de Maduro y Ortega y de los golpistas en Cataluña. Con el que no tuvo empacho de hacer programas comunes. Mientras le niega una foto y no tiene más que desplantes e improperios para un partido nuevo que se declara ferviente defensor de la legalidad y la unidad de España, del Rey, las instituciones y la Constitución, aunque aspire a cambiarla legal y constitucionalmente. El furor antifascista frente a quienes no son fascistas sino fuerzas que desafían el marco del consenso socialdemócrata que impide la representación real es un autoengaño de los partidos tradicionales. Lo inaudito es que obnubile a Ciudadanos, que se ponga a imitar al náufrago, como si quisiera seguir al PSOE a la agonía final de la socialdemocracia en las sociedades desarrolladas.

Hermann Tertsch.

Articulista de Opinión.