Croquetas antifascistas....

Croquetas antifascistas.

No me queda claro que Teresa Rodríguez tenga en regla la certificación de hervores homologados.

Rosa Belmonte.

Actualizado:

15/01/2019 03:43h.

En «Mis diez Mandamientos», Cecil B. DeMille escribe que el principal obstáculo para su fundación fue el antisemitismo. «Aunque ignoro las causas (los psicólogos podrían desentrañarlas mejor que yo), los movimientos llamados conservadores suelen atraer a ciertos colectivos de chiflados. Tal vez la extrema izquierda tenga también sus propios locos, pero no estoy muy seguro». A ver, una señora que dice hacer «croquetas antifascistas» tampoco se puede decir que tenga en regla la certificación de hervores homologados. Ya saben que Teresa Rodríguez se fotografió en su cocina apañándolas con este texto: «Estaba preparando el discurso de investidura y me he puesto a liar croquetas. Me han salido unas croquetas antifascistas de 10...». Según la foto, parecía que las había liado con las manos y no con una hoz y un martillo. Eso sí tendría mérito.

Enseguida me acordé de Julita en «Muchos hijos, un mono y un castillo». De cuando la madre de Gustavo Salmerón recuerda que de joven estaba enamorada de José Antonio Primo de Rivera y que tuvo un sueño donde hacía croquetas con su carne. A lo Sweeney Todd. No las llamó croquetas fascistas. Pero, oye, entre tantas tempuras, carrilleras y tatakis de atún en los restaurantes de medio pelo y uno de 50, casi echo de menos esa novedad culinaria. Ya no preguntaremos si son de jamón, pollo o carabineros. ¿Son croquetas fascistas o antifascistas? Cuando gobernaba el PP hubo un tipo que dijo querer comerse la papada de Zoido. La de Zoido no sé, pero la papada de Joselito es una de las cosas más deliciosas que se pueden comer para engordar. Una tortilla poco cuajada, unas lascas por encima transparentándose, algo de cebollino y a jalar. Issei Sagawa, el caníbal japonés que se zampó a una estudiante holandesa después de invitarla a su casa para hablar de literatura, también había tenido un sueño. Atribuía sus querencias caníbales a uno que había tenido de niño. Veía a sus padres servir a su hermano pequeño como comida en una olla. Qué cosas. Cualquiera nos lo habríamos imaginado boca abajo como un cochinillo y con una manzana en el morro.

Pero también me he acordado de otra cosa anterior a Julita (bueno, anterior a la película). En 2008, Bibiana Aído puso el grito en el cielo por unas croquetas. No sólo ella, también alguna ofendida del PP. Fue por un anuncio de Letras del Tesoro siendo Pedro Solbes ministro de Economía. La campaña acabó suprimiéndose porque el PP pensó que era sexista y Bibiana puso todo su empeño para que fuera retirada de inmediato. En el anuncio había una voz femenina: «Como psicóloga te digo que deberías dejar ese trabajo y olvidarte de tu mujer, que te absorbe toda la energía positiva». Y entonces se oía a un hombre. « ¿Dejar a mi Puri? ¿Pero tú estás loca? Si mi Puri es lo más grande. Cómo se nota que no has probado las croquetas de mi Puri». El anuncio acababa con una voz en off que decía: «Si tu vida es como tú eliges que sea, ¿tu inversión no debería ser igual? Compra Letras del Tesoro. Tesoro Público. Gobierno de España». Pues en una Comisión de Igualdad de la Cámara Alta, a la senadora del PP María Jesús Sainz le pareció «indignante» el anuncio. Dijo que reproducía «los estereotipos más discriminatorios y alejados de la sociedad democrática». Que atentaba «contra los valores éticos y morales». Y era propio «de un país en el que las mujeres ocupan un papel subordinado». Ahí la derecha poniendo en su sitio a la izquierda por las cosas importantes. Ahora mi Puri es Teresa con cocina propia. ¿Serán antifascistas las magdalenas de Carmena?

Rosa Belmonte.

Articulista de Opinión.