Tal para cual....

Tal para cual.

Aliarse con el secesionismo es como montarse en un tigre: o vas adonde él quiera o te devora si intentas descabalgar.

José María Carrascal.

Actualizado:

10/02/2019 01:22h.

Pedro Sánchez y los independentistas catalanes hacen el amor como los puercoespines, con muchísimo cuidado, procurando no hacerse daño. De ahí que al portazo dado por el presidente al «diálogo» que sostenían hayan seguido declaraciones apesadumbradas por ambas partes, como si les doliese el distanciamiento e hicieran votos para aparearse de nuevo. Lo que pone de manifiesto su doblez, vaciedad y cobardía, de Sánchez sobre todo. En vez de reconocer que se equivocó desde el principio en el manejo de la cuestión catalana, hasta estallarle en las manos la lista de sus demandas, la inmensa mayoría anticonstitucionales y la presencia de un «relator» que diera fe a unas negociaciones tan turbias que intentó ocultar hasta que ellos las hicieron públicas. No es que estén libres de culpa, al pedirle lo que no puede darles, el derecho a la autodeterminación y la absolución de sus líderes procesados. Pero el principal culpable es él, sabiendo que aliarse con el secesionismo es como montarse en un tigre: o vas adonde él quiera llevarte o te devora si intentas descabalgar. Su cortedad de miras le impidió ver que tenía la mejor carta para obligarles a apoyar sus presupuestos: si se los tumbaban, iban a enfrentarse a los menos dispuestos a complacerles, al ir ellos también de farol. Suele ocurrir en las partidas entre tahúres: empeñados en engañarse mutuamente, pierden ambos. Pues, aunque Sánchez ha perdido poder, prestigio, influencia, los separatistas tampoco han ganado: al quedarse sin el interlocutor más próximo a sus tesis.

La partida va a depender en buena parte de la manifestación que se celebra hoy en Madrid. Si es lo bastante multitudinaria para crear tan pánico en el independentismo catalán que vea las orejas al lobo, no descarten que, en el último minuto, el próximo miércoles, decida apoyar los presupuestos de Sánchez, como mal menor. Pero sería una victoria pírrica, una victoria que conduciría a una derrota aún mayor, al demostrar que Sánchez e independentistas mantienen su alianza por encima de sus discrepancias, alianza que no augura nada bueno para la integridad de España. Si se le une la puesta en marcha de unos presupuestos que la mayoría de los expertos coinciden en vaticinar traerán más paro y más déficit, las elecciones regionales, municipales y europeas de mayo pueden traer un auténtico debacle de esa extraña alianza de extrema izquierda y extrema derecha, que el nacionalismo personifica, la tensión seguirá creciendo según se aproxima la fecha la megatómbola electoral de mayo, incluidas unas generales.

Con un hombre al frente del país que ha demostrado de sobra su capacidad para hacer una cosa y la contraria sin pestañear, según convenga a sus intereses personales. Puede, en fin, volver tanto al «diálogo» con los secesionistas, como a la declaración del artículo 155, pero ya indefinidamente. A fin de cuentas, las bofetadas se las llevará siempre su vicepresidenta, que para eso la ha nombrado y ella acepta con resignado progresismo. ¡Para que digan que en la izquierda las cosas no funcionan!

José María Carrascal.

Articulista de Opinión.