VIVIMOS COMO SUIZOS....

VIVIMOS COMO SUIZOS.

Cencerros.

Maite Pagaza mandó a los salvajes a leer a Hannah Arendt. Con Patria sería suficiente para sacarles los colores.

Rosa Belmonte.

Actualizado:

16/04/2019 00:16h.

El Viernes de Dolores contó Carlos Domecq que habían quitado los cencerros a los bueyes. Que a partir del Domingo de Resurrección se les volvería a poner. Ese respeto por la Semana Santa en una ganadería no se ha dado en la idea peregrina de convocar elecciones con días tan señalados en medio. Tan señalados que a Herrera, Alsina y Federico les ha dado igual y se han ido de vacaciones, como debe ser. Estábamos tan entretenidos con los salvajes de Cataluña que se nos habían olvidado los salvajes del País Vasco. Igual que cuando estábamos entretenidos con 1984 y lo que teníamos encima era Un mundo feliz.

Pero en Rentería reaparecieron esos seres. Las cacerolas de fondo parecían cencerros. Con estos bueyes aramos. Maite Pagazaurtundúa los mandó a leer a Hannah Arendt. Hombre, leer Patria sería suficiente para sacarles los colores. Además, no tengo claro que esos semovientes llegaran a entender Los orígenes del totalitarismo. Hay un libro más fácil de leer sobre la historia de España. Se trata de «Matanzas en el Madrid republicano», de Félix Schlayer, el diplomático que descubrió, entre otras, la masacre de Paracuellos. Hubo un momento en que quería intercambiar a la gente refugiada en las legaciones con personas del otro lado. Y como no conocía a ningún ministro comunista, que eran los únicos que se oponían, le recomendaron que hablara con La Pasionaria, que no veía el asunto muy bien pero tampoco muy mal. Prometió recomendar a «los camaradas ministros» la propuesta. «Del lobo, un pelo», le dijo (es decir, que ya que no podían agarrar al lobo entero, al menos se conformaban con agarrarle unos pelos). Ya acabada la conversación le preguntó cómo se imaginaba que «las dos mitades de España, separadas una de la otra por un odio tan abismal, pudieran vivir otra vez como un solo pueblo y soportarse mutuamente». Estalló su apasionamiento: « ¡No cabe más solución que la de que una mitad de España extermine a la otra!».

Lo del guerracivilismo hace tiempo que es una palabra con muchas capas de polvo y pintura, sin significado real, como fascista o glamur. Pero el odio o el rencor, que es peor, en toda esa gente que va a montarle un pollo a Cayetana Álvarez de Toledo a Barcelona (aunque ella se baste para dar mandobles) o a los de Ciudadanos en Rentería, recuerda demasiado a esa mitad de España (o un cuarto) que no tendría problema en exterminar a la otra (otro cuarto). Que si van provocando. Como en la sentencia de la minifalda. «He venido a provocar al totalitarismo en nombre de defensa de la democracia. Lo he hecho y lo haré para quedarme. Esa es la obligación de cualquier demócrata español», dijo Cayetana en el mitin con Aznar (¿de verdad es un activo?). Y ayer lo restregó en TV3.

Lo penúltimo de toda esta locura es el incidente de Valladolid. Vale que no tiene nada que ver con las elecciones porque se trataba de una manifestación a favor de la república el 14 de abril. Y qué casualidad que coincidieran por el mismo sitio. La procesión de La Borriquilla se vio alterada por un grupo de republicanos que increparon a los cofrades de la Preciosa Sangre. Les gritaron «kuklusklaneros» y «meapilas». Ya no se respetan ni las procesiones, ¿qué será lo siguiente? ¿Acabar con la mona de Pascua? Un español pensando en el Ku Klux Klan al ver a un nazareno… ¿Qué somos? ¿De Wisconsin? Es fácil pensar que habría dado igual si no hubiera habido campaña electoral porque el 14 de abril es el 14 de abril. Pero es el clima. Los bueyes volverán a llevar cencerro el Domingo de Resurrección. Nosotros, también.

Rosa Belmonte.

Articulista de Opinión.