HORIZONTE....

HORIZONTE.

La España de podredumbre.

No hubiera estado de menos que Abascal se aplicara su medicina. Porque tampoco hay que jurar «por España». Eso ya se hace jurando la Constitución.

Ramón Pérez-Maura.

Actualizado:

22/05/2019 00:21h.

España quedó retratada ayer en las Cortes. De manera muy significada en el Congreso de los Diputados. Que un golpista que está siendo juzgado por rebelión, sedición y malversación dé la mano al presidente del Gobierno con toda normalidad es muy grave. Son más delitos que los que acumulaba el teniente coronel Antonio Tejero Molina, y estoy seguro de que Sánchez no le hubiera dado la mano, como nunca se la dio Adolfo Suárez. Más grave aún es que el presidente del Gobierno diga al golpista «no te preocupes». Un presidente del Gobierno de una democracia debe ser consciente de las consecuencias que tiene para su imagen y la del país el compadreo con golpistas. El último caso que recuerdo fue el de Rafael Caldera amnistiando a Hugo Chávez. Miren dónde acabó Chávez y dónde está Venezuela. Y Oriol Junqueras tiene muchas razones para preocuparse. Como debe tenerlas todo criminal. Pero está claro que Sánchez no lo considera como tal. Y los españoles lo sabían antes de votarle porque Sánchez llegó al poder con el respaldo de Junqueras y de todos los independentistas, creando el primer gobierno democrático de Occidente sostenido por los que quieren destruir el país sobre el que gobierna ese presidente. Verdadermente memorable. Inverosímil, pero esa es la España del presente.

Que cinco golpistas asistan a la sesión constitutiva de las Cortes es un hecho para el que será difícil encontrar paralelismos. Desde luego somos un país garantista. Pero lo que supera todos los límites es que para aplicar una ley que no deja lugar a equívocos, haya que pedir tiempo y quizás un dictamen a los letrados de las Cortes. ¿Qué dudas ofrece el artículo 21 del Reglamento de la Cámara? Se dice en él «el diputado quedará suspendido en sus derechos y deberes parlamentarios cuando (...) se hallare en situación de prisión preventiva y mientras dure ésta». ¿Qué parte del enunciado genera dudas? ¿De verdad hace falta hacer una de las oposiciones más duras que hay en España para ser capaz de aclarar este texto? ¿O será que yo soy un genio porque lo entiendo sin haber estudiado ni un año de Derecho? Ya se comprende que los arrumacos ayer en el salón de sesiones entre Junqueras y Pablo Iglesias eran el anticipo de lo que estamos viendo. Sánchez depende de los independentistas porque Podemos es su aliado y Sánchez necesita a Podemos.

Por no hablar de las fórmulas de juramento. Este es el mejor reflejo de la hora presente de España: cada uno jura lo que le da la gana saltándose la ley. Menos mal que Vox tuvo la buena iniciativa de palmear sus pupitres para impedir oír las insidias de tantos diputados. Aunque no hubiera estado de menos que Abascal se aplicara su medicina. Porque tampoco hay que jurar «por España». Eso ya se hace jurando la Constitución sin añadidos.

Hay razones para estar muy preocupados. Esta España de la podredumbre -en su tercera acepción del DRAE: «corrupción moral»-, esta España rota y sin valores, en la que se premia la mentira, está ampliamente representada en nuestro Congreso de los Diputados porque esto es lo que quieren los españoles. Somos un país en el que el esfuerzo no tiene ningún valor y no se premia. Una España en la que se persigue al que triunfa y, si encima es generoso con la sociedad, se le vapulea públicamente. Y esa es la España que quedó retratada ayer en la Cortes Generales. Esa es, hoy, la España mayoritaria. Cuerpo a tierra.

Ramón Pérez-Maura.

Articulista de Opinión.