La «incalificable» provocación de Ciudadanos....

La «incalificable» provocación de Ciudadanos.

Lo único que lamento es no haberles acompañado.

Carlos Herrera.

Actualizado:

24/05/2019 00:43h.

No sé quién es el estratega de Ciudadanos que le aconseja a Albert Rivera determinadas «performances» del estilo a la que han desarrollado en Estella, en Alsasua o ayer en Miraballes, pero convendré en reconocer que es un tipo o una tipa con arrestos y sentido de la oportunidad. Lo que otros quieren calificar de oportunismo no tengo dudas en tildarlo de valentía escénica: y no dejo de agradecérselo. En nombre de los represaliados que habitan esas tierras y de las víctimas de quienes son, por lo que se ve, sus hijos más preclaros. En Miraballes nació y creció una de las bestias más sanguinarias que el nacionalismo vasco ha regalado al mundo: Josu Ternera. El autor intelectual de cientos de crímenes de ETA fue apresado, como sabemos, hará apenas una semana después de una operación extraordinaria de la Guardia Civil en territorio francés después de diecisiete años en permanente fuga, en los que ha esquivado a las Fuerzas de Seguridad tal vez gracias a alguna colaboración interesada y en los que, dicen, ha hablado con autoridades del Estado negociando el final de la banda cuando la banda estaba ya en los estertores gracias al trabajo de Guardia Civil, Policía Nacional y CNI. Tras ser puesto a disposición de la Justicia francesa, tras ser llamado «Héroe de la Retirada» por un socialista vasco, tras escuchar lamentar su detención por elementos como Otegui, algunos vecinos de Miraballes, en número suficiente como para resultar bochornoso, se manifestaron en solidaridad y aprecio con el autor intelectual de asesinatos colectivos absolutamente pavorosos.

Esa manifestación no creó, por lo visto y leído, ningún reparo en la autoridad vasca, ni municipal ni autonómica. A los prebostes nacionalistas no les motivó ningún comentario que un buen puñado de ciudadanos de Miraballes se solidarizasen con un asesino particularmente cruel. Nada. Silencio cómplice, como siempre. Sin embargo que se acerquen a ese mismo suelo un grupo de miembros de Ciudadanos encabezados por su líder y por una víctima de los asesinos de ETA, Mayte Pagaza, les ha parecido una provocación. Textualmente: una provocación.

La gentuza de Bildu y del PNV que gobierna el municipio pidió a los ciudadanos no caer en la «provocación» que suponía pisar una tierra que no era suya con motivos tan sacrílegos como solidarizarse con las víctimas. Aún así las sirenas, los insultos y la presión escénica que nadie como los filoetarras saben practicar hubieron de faltar. Por supuesto la lejía con la que limpiar el suelo pisado tampoco, como en Estella, como en la Cataluña de interiores. Pero el colmo de la indecencia lo ha protagonizado el jefe del PNV, Ortúzar, que ha significado la visita como estigmatización de los pueblos de la CAV, utilización de las víctimas y una indignidad contraria a la convivencia. Observen bien. Es indigno ir a un pueblo de España a solidarizarse con las víctimas y no lo es manifestarse a favor del asesino. No es de extrañar: Ortúzar y toda esa miserable banda nacionalista agrupada bajo sus siglas jamás se ha solidarizado con las víctimas y siempre ha estado más cerca de los victimarios. Tanto más en el caso de un partido rival que osa pisar su suelo sagrado y señalar con su simple presencia el grave problema de convivencia que los peneuvistas son incapaces de atisbar. Y los pueblos vascos como Miraballes no necesitan que nadie vaya a estigmatizarlos: se estigmatizan solos mediante la acción de aquellos que campan a sus anchas aplaudiendo asesinos y rechazando la presencia de partidos con la decencia intacta, a diferencia de quienes gobiernan su ayuntamiento, PNV y Bildu.

Lo que lamento es no haberles acompañado. La próxima visita que hagan ellos u otros, si me es posible, contarán con este humilde articulista. Aunque solo sea por contemplar la rabia de los cómplices.

Carlos Herrera.

Articulista de Opinión.