El queso es muy caro....

El queso es muy caro.

De los once aspirantes iniciales a suceder a May, siete admitieron haberse drogado. Como si los Panero quisieran ser líderes tories.

Rosa Belmonte.

Actualizado:

11/06/2019 00:22h.

Lo de «First Dates» es en inglés, aunque se trate de un programa español. Una vez salió una chica haciendo grandes afirmaciones. Nada que envidiar a Montaigne o a Gómez Dávila: «Cuando una se hace mayor se da cuenta de dos cosas, de que el queso es muy caro y de que todo el mundo se droga». La vida iba en serio, que diría el señorito Gil de Biedma. A falta de saber qué toman aquí los negociadores en ayuntamientos y en comunidades autónomas (si queso o de eso), parece que hable de los candidatos a suceder a Theresa May. De los once aspirantes iniciales a liderar a los tories, siete admitieron haberse drogado. Como si los Panero quisieran ser líderes conservadores británicos. De los más fuertes, Andrea Leadsom, Dominic Raab, Jeremy Hunt o el propio Boris Johnson. Marihuana todos. Rory Stewart dijo haber fumado opio y Michael Gove confesó haber esnifado cocaína cuando era periodista en «The Times» hace 20 años.

No consta que Boris Johnson estuviera fumado cuando mintió a los votantes durante la campaña del Brexit (por lo que fue citado ante un juez). Y tampoco cuando siendo corresponsal en Bruselas del «Daily Telegraph» (echa a remojo los periódicos serios) publicó en 1994: «Prohibidas las bananas curvadas por los burócratas de Bruselas. Las tiendas están obligadas a no vender fruta que sea demasiado pequeña o anormalmente curvada». Por supuesto, era falso. Ahora es el gran favorito a suceder a May y quiere irse sin pagar de Europa. También Michael Grove es partidario de una salida dura. Pero lo más importante en su caso parece ser que esnifó cocaína hace veinte años. Lo contó porque iba a publicarse su biografía («A man in a hurry», un hombre con prisa). Antes era laborista y luego conservador. Antes era periodista y luego político. La gente cambia.

Hay cosas que están más permitidas o mejor vistas que otras. Lo sabía el golfo y corrupto gobernador de Luisiana Edwin W. Edwards: «Que nunca te pillen en la cama con una chica muerta o con un chico vivo». Como lema para la política es muy útil. ¿A quién irán a elegir en Gran Bretaña? Pues cualquiera sabe. En los años 80 la decoración con muebles viejos heredados seguía siendo un símbolo de estatus. Michael Heseltine, secretario de Estado para el Medio Ambiente y secretario de Estado para la Defensa con Margaret Thatcher, era un millonario que había hecho su fortuna con el negocio editorial. Un hombre hecho a sí mismo sin muebles heredados. Un miembro del partido conservador y de la clase alta dijo de él con sorna: «El problema con Michael es que tuvo que comprar todos sus muebles».

Eso para algunos era intolerable, como para no dejarlo entrar al club. Pero el baremo de lo tolerable cambió. Años después, y retirado de la política, Heseltine contó que estranguló al perro de su madre. Empezó a morderle, así que le apretó el collar hasta que dejó de moverse. «Lo adoraba pero se volvió loco». También había contado que disparó a 350 ardillas grises en seis meses. Pero es que la ardilla gris norteamericana, introducida en el Reino Unido a finales del XIX, es una villana ecológica que está acabando con la ardilla roja (oriunda de Gran Bretaña) y causa daños a los árboles. Las grises son especies exóticas invasoras según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Heseltine contando lo del perro puede sorprender en este mundo donde Walt Disney ha hecho tanto daño. Pero lo de liquidar ardillas grises es de buen británico. Como ser partidario del Brexit y de desokupar Europa. Pero ni el Stilton es caro ni todo el mundo se droga.

Rosa Belmonte.

Articulista de Opinión.