EL BURLADERO....

EL BURLADERO.

Menuda comedia.

Pasemos el trámite de esta próxima semana y vayámonos a la playa que ya está haciendo mucho calor.

Carlos Herrera

Actualizado:

19/07/2019 00:13h.

Si un partido te ayuda a montar una moción de censura, te permite gobernar con menos de noventa escaños, te ofrece apoyo para sacar los Presupuestos y luego te garantiza sus votos en una investidura, lo más normal es que quiera un mordisco del bocadillo, es decir, colocarse donde se manda, donde se decide, donde se gasta. Otra cosa es que tú quieras sus votos pero no su presencia cercana: si eso ocurre el que debe afrontar la contradicción eres tú y dar las explicaciones pertinentes. Ayer Pedro Sánchez lo vino a decir: cualquiera gobierna con ese tipo. Yo meto en el gobierno a quien haga falta, pero que no sea Iglesias, la iluminada de su pareja o pobres bobos como Monedero y así. Es decir, Sánchez puede querer pacto, pero con humillación, y a eso no parecen dispuestos los morados. Normal, por otra parte.

Aunque también parece normal que el candidato propuesto por el Rey no quiera en su gobierno, y menos que en ninguna parte en la Vicepresidencia, a un individuo que va diciendo por ahí que en España hay presos políticos, que Cataluña y quien lo pida tiene derecho a la autodeterminación, que es el Ibex el que manda, o que hay que echar al Rey. Con eso no se gobierna: eso te monta cualquier día un cisma en el consejo de ministras y sale a la opinión pública a hacer posturitas de revolucionario (con chalé). Bien. Entendido. Este ataque de responsabilidad de Estado le sienta muy bien al mismo tipo que en Navarra admite pacto con Bildu, en Baleares con independentistas y en Barcelona le ríe las gracias a Colau, la que planta lazos amarillos así tenga oportunidad. Le sienta muy bien pero no acaba de convencer. Sánchez, no debería extrañarnos, acaricia otros horizontes. No resultaría descabellado llegar a la conclusión de que, en realidad, ha estado utilizando a la gente podemita para fabricar la excusa con la que llegar a nuevas elecciones, y ello posiblemente por estar convencido por alguien de que sus opciones se dispararían. Además del factor disolvente de la sentencia del Supremo sobre el «procés». Basta con hacerse la víctima y cargar las responsabilidades en la cuenta de Iglesias y sus mariachis: Sánchez es un perfecto cuentista y este tipo de comedias las hace bien, apoyado por dos escuderos que se reparten los argumentos cada mañana en función de las pequeñas tácticas, Ábalos y Calvo, la más bonita. La vicepresidenta decía ayer que si Podemos votaba que «no», haría lo mismo que Vox: nadie le ha replicado, que yo haya oído, que ellos en Murcia han hecho lo mismo, votar como Vox no al candidato López Miras.

Unas nuevas elecciones permitirían gastar cada viernes todo lo que fuera necesario para garantizarse apoyos cautivos hasta la próxima convocatoria de noviembre y hacer cargar a Iglesias con la culpa del bloqueo. Podemos sabe que entrar en el gobierno es lo único que les permitiría salvar la cara y evitar el fracaso, pero eso también lo sabe Sánchez, que quiere su derrumbe y sus votos. Un poco de comedia y de nuevo a las urnas.

Este perfecto comediante -que prometió elecciones de inmediato si removía a Rajoy de su asiento, cosa que evidentemente no cumplió- no ha querido trabajar su investidura, ha pretendido la adhesión gratuita y sin contrapartidas de unos y otros para, finalmente, hacerse la víctima dolida de un frente antidemocrático formado por todos los que no son él. Cita en noviembre, 155 si hace falta de por medio, desmerengamiento de su competidor directo y y con un poco de suerte y regando a todos los Santos que la izquierda no se desmovilice -ojito con eso-, arreando que es gerundio a partir de enero. Pasemos el trámite de esta próxima semana y vayámonos a la playa que ya está haciendo mucho calor.

Carlos Herrera.

Articulista de Opinión.