Nadie gana....

Nadie gana.

A Abascal le ayudaron más los errores de sus adversarios que sus aciertos, aunque muchas de sus críticas estaban en sintonía con la opinión general.

José María Carrascal.

Actualizado: 11/11/2019 00:01h.

Agrosso modo, puede decirse que, menos Vox, que de un salto se ha convertido en el tercer partido, todos los demás han perdido. Pero hay perdedores y perdedores. Ciudadanos, el que más, y Rivera haría bien en pensar ceder el mando de la formación a Arrimadas, que ha mostrado mucho más talento y juicio que él, que prácticamente se equivocó en todo, desde mantener su duelo con el Partido Popular por el liderato del centro-derecha, con lo que sólo aumentó su fama de tarambana, a mantener una actitud arrogante, casi despectiva, hacia Vox, que ha estado mucho más a tono con ese segmento del electorado. Dos errores de novato que pueden truncar una carrera política. Tampoco Casado logra sus objetivos. Aunque aumenta sustancialmente sus escaños, fue a costa de Cs, con lo que el cómputo general de ambos bloques sigue dando ventaja a la izquierda. Le faltó arrojo, pasión, inspiración y le sobró cautela, lo que en un momento como el que atravesamos, con la ciudadanía harta de politiqueos, tácticas e incertidumbres, produce suspicacia y desapego. Iglesias logra minimizar las pérdidas que se le auguraban, pero no alcanzar el número necesario, 176, junto a Sánchez para formar un soñado «gobierno progresista», incluso si se le añaden los dos diputados de Errejón, que tampoco alcanza los cinco para formar grupo propio a que aspiraba para pintar algo. Y Sánchez no gana, como creía, escaños, sino que los pierde y ve alejarse el «gobierno sólido para emprender las reformas que España necesita», necesitando, y esto es lo más duro para él, no ya a Iglesias, algo que decía que le quitaba en sueño, sino a los nacionalistas que ya sabe lo que van a exigirle: la libertad de sus líderes y el derecho a la autodeterminación. Que no puede darles.

En cuanto a la victoria clara, rotunda, de Santiago Abascal, déjenme advertir dos cosas. Le ayudaron más los errores de sus adversarios que sus aciertos, aunque muchas de sus críticas estaban en sintonía con la opinión general. Pero no debe olvidar que tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera vivieron un idilio con ella tras aparecer, para luego despeñarse. Y si él se limita a sus extremismos y criticismos a ultranza, terminará pasándole lo mismo.

Para resumir, el 10-N no ha resuelto nada, es más, puede haber enfangado el escenario político español aún más de lo que estaba. Y otras elecciones ya no se ofrecen como solución. Lo único claro de estas es que Cataluña las ha decidido y las seguirá decidiendo. Hay que coger ese toro por los cuernos sin que sirvan manipulaciones de ningún tipo. Abascal debe su triunfo a la Barcelona incendiada de las últimas semanas y si ayer llegan a repetirse las revueltas, como algunos predecían, Vox hubiera sido el vencedor absoluto. No ocurrió y no creo que fuera por el refuerzo policial allí enviado, sino por cálculo político: les convenía a más dejar votar en paz y no como la última vez. ¿Cuándo vamos a exhibir nosotros tal arte politico?

José María Carrascal.

Articulista de Opinión.