No he justificado nada de nada y tampoco los 200 mil...

SOCIEDAD
¿Cómo fueron las 12 últimas horas de Federico García Lorca antes de ser fusilado?
La ejecución fue antes de las cuatro de la mañana, con luz de dos coches y en un terreno húmedo para facilitar su enterramiento

JUAN LUIS VALENZUELA
Martes, 18 de agosto de 2020

Muchas son las teorías y reconstrucciones de las últimas horas que vivió el poeta Federico García Lorca antes de ser asesinado. Hoy se cumple el 84 aniversario de su asesinato. En líneas generales todas coinciden en lo básico, y es que a Federico lo detuvieron en casa de la familia falangista del poeta Luis Rosales, amigo personal de Lorca y donde el poeta de Fuente Vaqueros se había refugiado tras haber sufrido una serie de ofensas y temeroso de actos violentos contra su persona. A las 13.30 horas del 16 de agosto de 1936 llegaron con orden de detenerlo a la calle Ángulo número 1, domicilio de los Rosales, el ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso junto a Juan Luis Trescastro y el falangista Federico Martín Lagos.

De ahí, introducido en un coche Oakland, es transportado al Gobierno Civil. Esa misma noche el teniente de la Guardia Civil Nicolás Velasco, sustituto del gobernador civil que se hallaba ausente, manda que Lorca sea custodiado hasta La Colonia, un viejo cortijo en Víznar a unos siete kilómetros de la capital de la Alhambra. Este siniestro lugar era utilizado por los franquistas como escenario previo a los fusilamientos, obviamente careciendo de juicios y sin defensa legal alguna.

Una importante investigación, plasmada en el libro de Miguel Caballero titulado 'Las trece últimas horas en la vida de García Lorca', desvela los nombres de todos los presentes (los asesinos de Federico) en el fusilamiento del gran poeta granadino el 17 de agosto de 1936. Todos eran miembros de las escuadras negras de Falange de Granada.

Los asesinos
Los asesinos directos fueron, según este historiador, el cabo Mariano Ajenjo Moreno, de 53 años; el pistolero Antonio Benavides Benavides, de 36; Salvador Varo Leyva, 'Salvaorillo', de 37 años, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco y Antonio Hernández Martín. Esta fue la escuadra que el capitán José María Nestares, jefe del sector de Víznar, asignó para las ejecuciones. Las armas que se utilizaron fueron pistolas Astra, modelo 902, calibre de 7,65 milímetros y fusiles Mauser, modelo 1893.

Junto a Lorca a Víznar fueron conducidos los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Arcoyas Cabezas y el maestro de escuela Dióscoro Galindo. El teniente de Asalto que los custodió y que recibió la orden de fusilar a los cuatro fue el teniente de Asalto Martínez Fajardo.

El lugar del fusilamiento
Se sabe que el jefe del sector de Víznar, el capitán Nestares llamó a un ayudante, Manuel Martínez Bueso, ordenándole que acompañase a los ejecutores y a los presos y que fuera testigo de los fusilamientos. Precisamente fue Martínez Bueso quien dio pistas posteriormente sobre el lugar concreto donde se sitúa el enterramiento de Lorca, en Los Llanos de Corbera. El hispanista y experto en Lorca y en todo lo que aconteció en torno a su asesinato lo ubica muy cerca de ese lugar, concretamente a unos 400 metros antes.

A las cuatro de la mañana
Caballero en su libro mantiene que la ejecución de Federico aconteció antes de las cuatro de la mañana. Basa esa concreción horaria en el hecho de que el teniente Martínez Fajardo, responsable de confirmar “oficialmente” la muerte del poeta se marchó a las cinco de la mañana para acudir al frente, por lo que el asesinato de Lorca necesariamente tuvo que ser antes de esa hora.

"Le pegué dos tiros en el culo por maricón"
La reconstrucción nos indicaría por tanto que, sobre las cuatro de la madrugada, los dos automóviles que trasladaban a los presos y a los ejecutores partieron de La Colonia con rumbo a Alfacar. Aproximadamente en la mitad del trayecto se detuvieron. Caballero aporta más detalles, como que la escuadra falangista alumbró el fusilamiento con la luz de los focos de los automóviles para facilitar no errar en los disparos y en terreno llano. Además, ese terreno fue elegido por ser húmedo derivado de la existencia de unos pozos con agua subterránea. Eso facilitó la excavación posterior de una fosa para enterrar los cadáveres de forma más fácil al tratarse de un suelo blando, no muy lejos de la propia carretera. Sin dar mucha credibilidad a la frase, más bien una cruel bravuconada, se atribuye a Juan Luis Trescastro haber afirmado: "Le pegué dos tiros en el culo por maricón".

Asesinos y enterradores
Serían los propios ejecutores los que cavarían la fosa y echarían los cuerpos de Lorca, los banderilleros Galadí y Arcoyas y el maestro Dióscoro Galindo a la fosa más buscada en España. También se conoce que tres presos de La Colonia, el catedrático Joaquín García Labella, Francisco Rubio Callejón y Yoldi Bereu, a las pocas horas, ya de día, enterraron definitivamente los cuerpos.

Los inductores
Caballero señala al político derechista y ex diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, como el principal instigador de su detención y el que montó su operativo estando presente, aunque lo exime de haberlo ejecutado pues no estuvo presente esa madrugada. Un detalle. Este asesino colateral de Lorca aun mantiene una calle con su nombre en su pueblo natal, el municipio salmantino de Miraflores.

Otro personaje esencial en el asesinato del poeta fue Nicolás Velasco Simarro que, aunque estaba retirado al comienzo del golpe de estado franquista, fue recuperado por el nuevo gobernador, Valdés Guzmán, que lo nombró secretario particular. Según Caballero Velasco, Simarro era de facto el gobernador civil el día del fusilamiento entre Víznar y Alfacar y lo acusa de ser el responsable directo de la represión, los fusilamientos y las desapariciones en su momentos más terribles.

Los asesinos directos de Federico, los miembros de las escuadras negras, pasarían a ser miembros de la Guardia de Asalto, un cuerpo de seguridad que fue especialmente fiel a la II República. Tras la guerra civil, Franco la hizo desaparecer integrándolo en la nueva Policía Armada.

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Y en los altares. Ellos en las cunetas

Poca vergüenza tienes de justificarlo, así de sinvergüenzas sois.

No he justificado nada de nada y tampoco los 200 mil fusilados de despuès de la guerra.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Los fusilamientos de Paracuellos por los republicanos:
El agrio relato del niño fusilado que sobrevivió a las matanzas republicanas de Paracuellos.
En 1977, Ricardo Rombal narró cómo le intentaron ejecutar en las afueras de Madrid: «Me dieron un tiro en la rodilla, otro en el estómago y el de gracia en la boca, a pesar de lo cual pude sobrevivir»