VIVIMOS COMO SUIZOS....

VIVIMOS COMO SUIZOS.

Nacionalismo defensivo.

El lugar común del choque de trenes es en la actual situación política un choque de trenes de la bruja.

Rosa Belmonte.

Actualizado: 13/10/2020 08:18h.

Curzio Malaparte tituló su libro sobre Mussolini «Muss. El gran imbécil». Hoy hay mucha gente deseando titular un libro, artículo, panfleto, lo que sea «IDA. La gran imbécil». De momento la llaman aprendiz de Trump, cuando sería mucho más bonito y femenino aprendiz de bruja. Si la situación de Madrid, que a usted qué le importa Madrid, siguiera así mucho tiempo (y siguiéramos vivos), lo mismo empezábamos a ver los balcones en rojo con estrellas. Las encuestas ya dan a Díaz Ayuso muchos votos, una victoria en las elecciones (necesitando acuerdos, desde luego). Coincidían el domingo una entrevista de Ayuso en «El Mundo» y una de Elsa Artadi, la rubia que viste de Moncler, en «El País». Oh, oh, oh, lo que dice Ayuso. Demonios, que Elsa Artadi, vicepresidenta de Junts, dice que van a buscar las grietas que permitan hacer más débil al Estado. Y suelta Juliana en Twitter que las dos son lo mismo («même combat: desestabilizar el marco político surgido de las elecciones de noviembre… Es fascinante la convergencia estratégica de los dos procesismo»). ¿Desde cuándo es lo mismo el Gobierno que el Estado? ¿Va a ser igual enfrentarse a Sánchez o a quien esté en el cargo de presidente del Gobierno que al Estado?
El problema es que Pedro Sánchez llegó al poder la primera vez, y tras elecciones, gracias a votos de partidos que también están en contra del Estado y hasta del régimen constitucional vigente. Catalanes o vascos. En su día, Eduard Pujol, de JpC (aunque al PDECat le parecía bien), no veía por qué Cataluña debía apoyar a Sánchez en la moción de censura si era cómplice de la aplicación del 155. Oramas no lo apoyó precisamente porque sus apoyos venían de UP, ERC, PDECAT y EH Bildu. Que luego algunos de estos se podrán poner farrucos y votar en contra de prórrogas de estados de alarma y cosas así, pero en lo importante están ahí, manteniendo a Sánchez. Y ese es el pecado original del actual presidente del Gobierno. El apoyo de partidos que están en contra de lo fundamental. Si Ayuso está en contra de este señor y sus actos no está en contra del Estado.

Claro que Ayuso se aprovecha y se considera víctima, agraviada, maltratada, incomprendida, machacada. Eso es muy aprovechable políticamente. Ya sabemos que estamos en una sociedad donde la victimización es norma y estandarte de no sé qué. En general, estamos acostumbrados a que el sufrimiento se convierta en fuente de autoridad moral y ser víctima en razón para exigir adhesión. No digo que lo de Ayuso sea sufrimiento de los de verdad, pero sirve para lo suyo, sobre todo en una sociedad donde los sentimientos son más fuertes que el entendimiento. Y unos la verán como la gran imbécil y otros, incluso viéndola también como la gran imbécil, prefieren estar de su lado que del otro. El lado torcido de Sánchez volviéndose loco, como contó en ABC Luis Herrero, cuando se enteró del revés del TSJM. Luego nos dicen que los datos de Sanidad eran viejos, pero da igual, ahora estamos hablando del choque de trenes políticos. Aunque estén chocando dos trenes de la bruja. Trenes a los que miramos como a la larguísima y espesa barba de Walt Whitman. A mí me parece una asquerosidad. Sin embargo, Lorca nunca dejaba de ver la barba llena de mariposas. Tócate.

No sé si llegará a haber banderas de Madrid en los balcones. De momento, las veo en Instagram. Pero la actitud del Gobierno de España con el de Madrid (mira Navarra) ha llevado a Ayuso a una especie de nacionalismo defensivo. Y eso es ir en dirección cateta, la misma de los nacionalismos de otras partes de España.

Rosa Belmonte.

Articulista de Opinión.