EDITORIAL....

EDITORIAL.

Opinión.

Peligrosa 'batasunización' de Cataluña.

Actualizado Domingo, 7 febrero 2021 - 19:39.

Otegi hace campaña junto a Junqueras, ambos socios de Sánchez, y Vox sufre en las calles de Vic la violencia independentista.

La política catalana inauguró durante el procés una deriva iliberal y excluyente que tiene como objetivo prioritario imponer el proyecto rupturista del independentismo. En este contexto hay que enmarcar la creciente batasunización de una campaña electoral en la que Arnaldo Otegi respaldó este domingo a Oriol Junqueras, y que la caravana electoral de Vox fuera el sábado objeto de la ira descontrolada -y permitida por la policía catalana- de los jóvenes cachorros del secesionismo. Al movimiento nacionalpopulista que persigue la separación de Cataluña del resto de España no le basta con ejercer la hegemonía en el Parlamento, las instituciones, los medios de comunicación y las elites culturales. Necesita agitar el acoso callejero como parte de su anhelo disolvente. No estamos ante una quimera ideológica propia de fanáticos más que de dirigentes de un país democrático, sino ante una amenaza golpista que no tiene escrúpulos en recurrir a la violencia explícita para ejercer la coacción o bien en mirar para otro lado mientras la serpiente del odio y la intolerancia sigue gangrenando las bases sociales de una ciudadanía ya de por sí fracturada.

Los líderes de Bildu y ERC comparten el objetivo de liquidar la soberanía nacional. No es extraño que hagan campaña juntos. Lo insólito e inadmisible es que ambos se hayan convertido en socios del Gobierno de coalición y que Sánchez les haya reconocido como interlocutores válidos y ejes de la mayoría Frankenstein. El envalentonamiento de estas fuerzas, sumado a la radicalización independentista tras décadas de adoctrinamiento, explica la agresión inaceptable sufrida por los candidatos de Vox en Vic. Se trata de un acto de barbarie que exige la condena de todos los partidos y una rectificación por parte de la Generalitat, responsable de la orden de los Mossos de dispersar pero no detener a los responsables de esta agresión. Los líderes separatistas han sido incapaces de repudiar este acoso e incluso algunos referentes paniguados, como Pilar Rahola, han llegado a justificarlo. Se dicen antifascistas, pero no tienen reparos en recurrir a la violencia para tratar de imponer sus ideas.

Estas conductas, herederas del execrable amedrentamiento de Batasuna, revelan la gravedad de la úlcera provocada por el afán divisivo de los independentistas. El separatismo ha alimentado al monstruo del frentismo y el problema en Cataluña es que ya ni siquiera un eventual Govern del PSC garantiza el cambio drástico que exige la amenaza del secesionismo. La anomalía del 14-F se completa con el riesgo que representa la situación epidemiológica. Y ello hasta el punto de que la Generalitat, tal como anunció este domingo, se plantea no publicar los resultados esa noche si son muchas las mesas electorales que no pueden constituirse. La inquietud social por la pandemia es lógica, pero el Gobierno catalán tiene el deber de preservar todas las garantías de votación.