OPINIÓN....

OPINIÓN.

EDITORIALES/TRIBUNAS.

No hay nada más odioso que utilizar políticamente los delitos de odio.

OKDIARIO - ACTUALIZADO: 09/09/2021 07:55.

El joven que denunció haber sido víctima de una aberrante agresión homófoba en Madrid se lo inventó todo. ¿Y ahora qué? Pues ahora habrá que pedirle explicaciones a todos aquellos dirigentes de la izquierda que trataron de sacar rentabilidad política al asunto, vertiendo acusaciones sin pruebas contra otras formaciones a las que acusaron miserablemente de sembrar la semilla del odio. Mención aparte merece el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que horas antes de que el joven confesara que no hubo agresión alguna prometía detener a esos jóvenes encapuchados que nunca existieron. No es la primera vez que Marlaska se lanza en tromba para sacar tajada política: lo hizo con el asunto de los sobres con balas que utilizó como munición política en vísperas de las elecciones del 4-M y lo hizo cuando se inventó un supuesto informe policial para tratar de ocultar las coacciones a dirigentes de Ciudadanos en la marcha del Orgullo LGTBI en 2019. Ahora, Marlaska ha vuelto a hacerlo: durante tres días alimentó la agresión homófoba de Madrid, pese a que la Policía tenía serias dudas.

Marlaska prometió detenciones cuando la Policía ponía en cuestión la veracidad del testimonio del joven y el Gobierno activó la Comisión contra los delitos de odio, a la que iba a acudir el mismísimo presidente del Gobierno. La supuesta agresión de Malasaña catapultó a un Ejecutivo que, una vez más, trató de instrumentalizar la situación para desviar la atención. Los acontecimientos han vuelto a poner de manifiesto que este Gobierno es capaz de todo para sacar rédito político. Lo de Marlaska es una indecencia, pero pedir su dimisión es un ejercicio inútil. Al fin y al cabo, es un peón dentro de la siniestra estrategia de manipulación socialcomunista. La agresión homófoba de Malasaña no existió -lo que no significa que no hayan crecido los delitos de odio-, pero lo que sí existe es un Ejecutivo que lleva demasiado tiempo galopando a lomos de la indignidad. Porque no hay nada más miserable y odioso que utilizar políticamente los delitos de odio.