EDITORIAL....

EDITORIAL.

Bildu desnuda a Sánchez.

La rectificación que fingió ayer el Gobierno solo tiene su explicación en que Otegi ha sido sorprendido desvelando el trasfondo de su pacto con el PSOE: votos por presos. Esa es la verdad, y lo demás, la enésima impostura sanchista.

Editorial ABC.

Actualizado: 20/10/2021 20:32h.

Desde los tiempos en que Jesús Eguiguren empezó a negociar con Arnaldo Otegi mientras el PSOE y el PP tenían firmado el pacto antiterrorista, los socialistas siempre han querido salvar la figura del dirigente batasuno, cuya trayectoria como terrorista activo de ETA está bien documentada por la Audiencia Nacional. Otegi era el «hombre de paz», según Rodríguez Zapatero, y su formación, EH Bildu, es hoy suficientemente digna para ser el socio parlamentario del PSOE. Entre una cosa y otra se han sucedido incontables gestos de complicidad, cercanía y entendimiento entre los socialistas y Otegi. El Gobierno de Navarra es un ejemplo palpable. Tiempo le faltó el lunes a la izquierda para jalear, como punto de inflexión en la relación de los abertzales con el PSOE, el lamento impostado de Otegi por el dolor causado a las víctimas. «Aquello no debió producirse», dijo sin pedir perdón por nada. Pero ‘aquello’ fue una cadena de asesinatos, secuestros, extorsiones, miedo y exilios forzosos en la que él mismo, sí, Otegi, fue protagonista.

Por eso, el crédito que el PSOE da a Arnaldo Otegi debe ser suficiente para creerle cuando afirmó el lunes ante militantes de Bildu que está dispuesto a votar los Presupuestos Generales «si con eso salen 200 presos de ETA». Otegi no miente, y Sánchez y Marlaska, sí. Conocían todo lo que iba a ocurrir estos días. Por eso no es creíble el arranque de arrepentimiento que fingió ayer el Gobierno al conocer esas palabras de Otegi, que, ya es evidente, solo responden a una estrategia cerrada en secreto con Moncloa para que en seis años no haya un solo etarra en la cárcel. Con lo que no contaba Sánchez es con que Otegi delatara toda la estrategia ante sus fieles y fuese grabado, como desveló ayer ‘El Correo’. Los ataques de dignidad de Sánchez caen, pues, por su propio peso, y ahora es él quien también tendría que pedir perdón a los españoles. Primero, por blanquear a ETA y bendecir a Otegi; segundo, por pactar ‘votos por presos’, dejando a las víctimas del terrorismo abandonadas; y tercero, porque una vez más Moncloa ha vuelto a mentir, manipulando la verdad con un relato infumable que la izquierda consume de modo inexplicablemente indigno. Su rectificación de ayer diciendo que no le importa si Bildu apoya los Presupuestos es puro oportunismo. Maquillaje barato para encubrir la realidad de que sí existe un pacto concertado con Bildu, del que además Otegi presume para debilitar al PNV. Anteayer el PSOE aplaudió a Otegi. Ayer en cambio el PSOE se hizo el ofendido, y solo una vez que supo que se filtrarían las palabras de Otegi. Ni siquiera faltó el recurrente cinismo de algún barón socialista que el domingo aplaudía a Sánchez a rabiar en la clausura del congreso ‘socialdemócrata’, pero que ayer se rasgaba las vestiduras con Bildu. Solo desde una ingenuidad pasmosa alguien puede ver creíble ese giro. Si tan molesto está el PSOE, puede empezar por romper su acuerdo de gobierno con Bildu en Navarra. Pero no lo hará.

Si Zapatero, al oficiar de gran custodio de la amistad entre socialistas y proetarras, se conmueve con el mísero lamento de Otegi, también habrá que creer ahora al batasuno cuando desvela el precio de su pacto con Sánchez. En otro caso, si Otegi miente, Sánchez solo tiene una opción: repudiar a Bildu y disculparse por trapichear un puñado de votos a cambio de un indulto encubierto y grosero a decenas de etarras. Todo responde a la hoja de ruta de Zapatero cuando negoció con terroristas. Porque lo que está sucediendo entre el PSOE y Bildu lleva años escrito y se resume en el empeño socialista por consolidar una estrategia de pactos de todas las izquierdas, incluida la proetarra, para evitar cualquier victoria del centro-derecha. En ese escenario tampoco el PNV debería de sentirse seguro, porque es el aviso de que, antes o después, los socialistas harán en el País Vasco lo que Pasqual Maragall hizo en Cataluña con ERC para desbancar a CiU.

Esto no va de normalizar la política, ni de pasar página, ni de generosidad democrática con un partido peligrosamente legalizado. Sánchez puede ahorrarse toda esa palabrería con la que estos días nos han manipulado Zapatero, Patxi López, Idoia Mendía y todos cuantos se han apropiado del triunfo de la democracia sobre ETA. Sus palabras no han sido conmovedoras. Todo era la coartada para una despreciable estrategia trucada por Sánchez y delatada por Otegi. Por eso esto no va de política. Va de falta de escrúpulos y principios, y eso es lo que no les permitirá escapar de la condena moral que están dictando los españoles.