>>>>> Tanto alentar a la rebeldía dentro del PSOE acusando...

>>>>> Tanto alentar a la rebeldía dentro del PSOE acusando a las baronías de cobardes y mientras tanto en la propia casa ya están intentando levantarle el cargo de presidente del PP. Desde que en las últimas elecciones el PP persistió en el estancamiento en votos, habían salvado la cara con los distintos trifachitos regionales y municipales, dentro del propio partido algunas de las familias más moderadas han comenzado a ver con cierto desagrado la forma en que se maneja Pablo Casado. No les gusta el tono aguirrista, bravucón y asustaviejas que tiene el presidente del partido, el cual piensan que está más tiempo viendo qué dicen desde el populismo de ultraderechas a plantear un verdadero discurso propio del partido. Lo que al principio eran pocas voces discrepantes, ahora va cogiendo cuerpo en un runrún mucho más persistente.

La personalidad de Casado, mitomaníaca y bravucona, no ayuda a que la población opte mayoritariamente por su persona como el dirigente principal de la oposición y, por tanto, quien tenga la posibilidad de acabar con la mayoría del PSOE y logre posicionar al PP en el Gobierno con una mayoría suficiente para no depender por completo de Ciudadanos (partido que casi está ya amortizado) o Vox. Los dirigentes populares que están más imbricados en la Unión Europea o dentro de los poderes fácticos tienen que aguantar que colegas y empresarios les pongan la cara roja mientras les interpelan sobre sus acuerdos con la extrema derecha o el extremismo que muestra el dirigente popular. La mayoría de empresarios, desde luego, no deseaban un Gobierno de Coalición de las izquierdas pero tampoco desean que desde el PP alienten un fraccionamiento social que sí sería perjudicial para sus intereses. Saben que la Troika limitará las acciones del Gobierno de Pedro Sánchez  (de hecho el nombramiento del expresidente de la Airef es sintomático, a lo que hay que añadir la vicepresidencia de Nadia Calviño), pero que al otro lado del espectro político esté un “asalvajado” no les gusta porque puede provocar la pérdida de inversiones en España al generar un enfrentamiento social que puede provocar que el Gobierno Sánchez decida aplicar políticas más extremas (como cambiar completamente el Estatuto de los Trabajadores sin necesidad de consenso con las derechas españolistas).>>>>