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Pablo Casado, presidente por encuesta

El líder del PP ya se imagina como presidente del Gobierno y simula sus primeros consejos de ministros

JAVIER PARDO
Sábado, 4 de septiembre de 2021

Un profesor de la facultad nos solía decir que la vergüenza y el miedo al ridículo eran una falta de respeto cumplida la mayoría de edad. Él se refería al nerviosismo con el que jóvenes estudiantes de periodismo se enfrentaban a cualquier exposición repentina y encorsetada frente a 100 personas en la misma situación. Voces quebradas, sudores fríos y folios temblorosos en las manos eran una constante: hablar en público es algo que rara vez se enseña en las etapas previas de escolarización, y, de repente, sin comerlo ni beberlo, te tocaba plantarte ahí y pasar el más angustioso de los ratos tratando de hacer ver a un gran público de mochuelos juiciosos -como un servidor cuando estaba bajo el atril- que lo que predicaba frente a ellos era puro conocimiento y no un ensayo de improvisación fruto de aprenderte la lección a matacaballo, mal y tarde, después de dos jarras de cerveza y un venga, la última, que este nos aprueba fijo.

Quién sabe si Pablo Casado pasó por las manos de la eminencia en cualquiera de sus carreras, cursos y estudios en Harvard, el Cardenal Cisneros o ICADE, pero desde luego nuestro señor profesor, tal y como pedía que se dirigiesen a él, asentiría con orgullo. O tal vez no es fruto de un consejo mal aprendido, sino de pasar demasiadas tardes ensayando argumentario frente a asesores con el mismo espíritu que los colegas de la penúltima y a casa, con lo a gusto que estamos. Porque si la vergüenza es una falta de respeto cumplidos los 18, cuando el acné da paso a la barba cerrada y los nervios del aprendizaje a los retos de la responsabilidad, la falta de ella suele ser indicativo del peor de los ridículos.

Y es que el presidente del PP, perdedor nato en posesión del cargo por una maniobra de Génova para que Cospedal hiciese una cesión repentina de sus apoyos que evitara la permanencia del rajoyismo, ha vuelto del verano sintiéndose presidente del Gobierno, tal y como adelantó su número dos, Teodoro García Egea: “Ya estamos diseñando los primeros Consejos de Ministros de Pablo Casado como presidente del Gobierno”. Se les ha debido olvidar que antes de eso debe ganar unas elecciones y no encadenar una vez tras otra los peores resultados históricos de su formación. Deben estar en la planta baja de Génova haciendo apuestas para ver quién es el chulo que se planta frente a Teo y Pablo y les explica que esos eslóganes de compórtate como lo que quieres ser y lo acabarás siendo son un engañabobos para primerizos influenciables. Tal vez lo haga alguno de sus ministros imaginarios, a los que ciertos medios de comunicación ya ponen nombre. Exministros, expertos y fontaneros, titulan.

Con el contenido no se atreven, por el momento, no vaya a ser que se imaginen a Casado llegando ávido de palmaditas en la espalda a celebrar el éxito de la vacunación y salga algún fontanero a advertirle de que meses atrás él mismo decía que tardaríamos años en tener al 70% vacunado. O que se les ocurra la magnífica idea de suprimir el impuesto sobre la generación eléctrica y de repente un experto levante la voz y cuente que lo idearon ellos en 2012. O que pidan el cese de Bolaños por decir una obviedad sobre el reparto de puestos en el CGPJ y un exministro en un momento de despiste crea que el Consejo de Ministros es real y haga saltar por los aires el plan al grito de “ ¡pero si gobernamos, Pablo, los podemos controlar nosotros!”.