Lo que Cayo Lara no ha entendido es que él pertenece al sistema de partidos
políticos que figura como el tercero de los diez grandes problemas que abruman a los
españoles. El Partido
Comunista, enmascarado tras Izquierda Unida, es para la opinión pública un partido más entre los que chupan del bote y se financian con dinero público, contribuyendo al derroche del Estado.
Pablo Iglesias se ha dado cuenta de la situación real del
comunismo español. Sabe que su granero de votos está ahí, aparte de los indignados que votaban a otros partidos en la izquierda y el centro izquierda. El resultado lo refleja la
encuesta del CIS. Podemos no solo adelanta, es que arrolla al Partido Comunista, casi le dobla en intención de voto. Cayo Lara paga caro su estéril demagogia cuando el ciudadano medio sabe que se beneficia de las suculentas subvenciones del Estado. El PC, como los otros partidos, vive del presupuesto del Estado.
Podemos ha sabido renunciar a las subvenciones y un sector creciente de la opinión
española se adhiere a la honestidad y a la limpieza con que actúa Pablo Iglesias. También a la claridad. El líder de Podemos no oculta nada. Milita en una izquierda radical y está contra un sistema que está agotado y que si no se reforma ordenadamente desde dentro lo modificarán revolucionariamente desde fuera. Pablo Iglesias ha relegado al Partido Comunista al cuarto lugar en
España. UPyD roza ya al partido de Cayo Lara. Tal vez se trate de una circunstancia coyuntural. Pero son muchos los que creen que Podemos responde a la nueva realidad de la vida española y que su presencia
política no es circunstancial sino permanente y estructural.