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He aquí lo que exige nuestro sentido total de la Patria y del Estado que ha deservirla.

Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en unairrevocable unidad de destino.

Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partidopolítico; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de unMunicipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestrasunidades naturales, si la familia y el Municipio y la corporación es en lo que de verasvivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidospolíticos, que, para unimos en grupos artificiales, empiezan por desunimos en nuestrasrealidades auténticas?

Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros leestimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un almaque es capaz de condenarse y de salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, sepuede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad seconjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.

Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, quelas funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajodel espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en unacomunidad tal como la que nosotros apetecernos, sépase desde ahora, no debe haberconvidados ni debe haber zánganos.

Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca encasa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidadpolítica, por el hecho de serio, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.

Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funcionesque no le son propias ni comparta –como lo hacía, tal vez por otros intereses quelos de la verdadera Religión– funciones que sí le corresponde realizar por símismo.

Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de suHistoria.

Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, nonos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de "todomenos la violencia"– que la suprema jerarquía de los valores morales reside enla amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes quereaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialécticacomo primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que ladialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.

Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanamos en edificar.

Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido si se creyera que es una manerade pensar tan sólo; no es una manera de pensar: es una manera de ser. No debemosproponemos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante lavida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Estaactitud es el espíritu de servicio y de sacrificio, el sentido ascético y militar de lavida. Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imaginenadie que aquí nos reunimos para defender privilegios. Yo quisiera que este micrófonoque tengo delante llevara mi voz hasta los últimos rincones de los hogares obreros, paradecirles: sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somosseñoritos. Pero traemos el espíritu de lucha precisamente por aquello que no nosinteresa como señoritos; venimos a luchar porque a muchos de nuestras clases se lesimpongan sacrificios duros y justos, y venimos a luchar por que un Estado totalitarioalcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes. Y así somos, porqueasí lo fueron siempre en la Historia los señoritos de España. Así lograron alcanzar lajerarquía verdadera de señores, porque en tierras lejanas, y en nuestra Patria misma, supieron arrostrar la muerte y cargar con las misiones más duras, por aquello queprecisamente, como a tales señoritos, no les importaba nada.

Y0 creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que paraaunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar enla propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica yextrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!

En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que – ¿para qué os lo voy a decir?– no vamos a lograr en las eleccionespróximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahívuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuandoello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros novamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestrositio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio estáal aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que siganlos demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, yapresentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.

¡SE ACABÓ!
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
No, podías poner un poco más, no te digo