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CARLES FRANCINO Madrid12/05/2021 - 16:49 h. CEST

Sabiendo, como sabemos, que la vida se parece cada vez más a un escaparate, la importancia, el peso de la imagen se ha convertido en algo fundamental para cualquier persona. No digamos ya para un personaje público. Por eso creo que hay que catalogar casi como acontecimiento que Pablo Iglesias se haya cortado la coleta. Que se la haya cortado de verdad, en sentido literal, después de muchos años de exhibirla, primero -en su adolescencia- como una seña de identidad supongo y en la última década casi como un atributo político.

Desde luego, no deja de ser curioso que este ritual estético -cargado de simbolismo- coincida además con el décimo aniversario del 15-M. De lo primero, de lo estético, yo diría que Pablo Iglesias parece más joven, que le sienta bien el corte de pelo, pero es simplemente una apreciación personal; de lo segundo, del recuerdo de aquel movimiento de los indignados que alumbró, entre otras cosas, el nacimiento de Podemos y propulsó el liderazgo del propio Iglesias, bueno… Ahí hay mucha tela que cortar. Se han escrito un montón de libros, estos días se debate y se analiza por todas partes; yo sólo expongo un deseo: más allá de lo que haya supuesto ese movimiento -que encabezó Pablo Iglesias- no sólo en la política sino en la sociedad española, y de que a cada uno le guste más o menos… Yo firmaría porque ahora pudiera surgir algo parecido, parecido quiero decir con la misma energía que tuvo entonces el 15-M, para canalizar el hartazgo, el disgusto y la frustración de tanta gente con la política tóxica y crispada que casi todos nos siguen vendiendo en plena pandemia. Eso sí sería, de verdad, para cortarse la coleta. Porque lo de ahora, sinceramente, es más bien para cortarse las venas.>>>>>>