Pablo y Pedro, Pedro Sánchez

POSTALES.

¿Hasta cuándo Pedro Sánchez?

Hace de la necesidad virtud y dice que «es lo que pedía el pueblo español para romper el bloqueo»

José María Carrascal.

Actualizado: 12/11/2019 23:43h.

¿abrá podido dormir Pedro Sánchez la pasada noche? Porque no ha mucho decía que el pensamiento de Podemos en el gobierno le quitaba el sueño. Y en un plis plas, lo tiene en la vicepresidencia más algún ministerio de relumbrón, firmado no ante notario, pero sí ante toda España en los telediarios. Se comprende la alegría de Iglesias, como un niño con zapatos nuevos, cuando creía haberlo perdido todo. A Sánchez la sonrisa le salía forzada, pero está acostumbrado a convertir las derrotas en victorias - ¿recuerdan la reunión del comité federal del PSOE donde montó una votación tras un biombo?- y ya está montando la próxima farsa. ¿Hasta cuándo este hombre abusará de nuestra paciencia? Pues a medida que nos alejamos del 10-N nos damos cuenta de que siendo Rivera el gran perdedor, Sánchez es el auténtico derrotado, al no haber conseguido ni uno solo de sus objetivos: quiso aumentar el número de escaños para montar un gobierno sólido sin depender de nadie, y ha retrocedido, dependiendo de 16 partidos, independentistas, regionalistas, provincialistas incluso, más Bildu y la CUP. Engañó a Iglesias con lo de «socio preferente» para darle la patada al pedir poder y empezó a coquetear con el centro, que hoy le da la espalda más que nunca. No quería depender de los nacionalistas y no va a tener más remedio que depender de ERC, que ya sabe lo que quieren: salida de la cárcel de sus líderes y derecho a decidir. Tan precaria es su situación que no ha tenido más remedio que volver adonde había empezado: a pactar con Iglesias, en peores condiciones. Será interesante ver como le engaña de nuevo, pues él busca, como queda dicho, el centro, que no se fía de él ni un pelo. Hace de la necesidad virtud y dice que «es lo que pedía el pueblo español para romper el bloqueo». Mienten otra vez, lo que pedía el pueblo español era una gran coalición, un pacto PSOE-PP al estilo alemán, garantía de estabilidad. Pero ese pueblo se engañaba a sí mismo. Lo que queremos los españoles es que ganen «los nuestros» para ver «si colocan al hijo tonto, pues el listo ya se las arreglará por su cuenta». No tenemos cultura de pactos con el rival, considerado enemigo, incluso a muerte, en situaciones extremas. Aparte de que tanto Casado como el sucesor (a) de Rivera tendrán que andarse con mucho cuidado de no cometer los errores que éste, pues Abascal puede darles otro bocado.

¿Qué significa esto? Pues que en las próximas semanas y puede que meses, PSOE y Podemos, con Errejón como monaguillo, van a interpretar la farsa del «gobierno progresista» con unos presupuestos hinchados que la oposición y Bruselas se encargarán de abatir, con lo que volveremos a la situación anterior y empezará a hablarse de nuevas elecciones. No me extrañaría que, en ellas Sánchez esté dispuesto a pactar con Vox si le permiten seguir durmiendo en La Moncloa. Lo dudoso es que Abascal acepte.