PEDRO SANCHEZ LIDERAZGO DE ALTURA EN TIEMPOS DE PANDEMIA...

PEDRO SANCHEZ LIDERAZGO DE ALTURA EN TIEMPOS DE PANDEMIA 19 MAR. 2020 - 02:16

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Mis seguidores saben que fui de los primeros en criticar, de una forma dura y contundente, la lentitud del presidente del Gobierno y de su equipo en poner en marcha las primeras medidas para atajar la pandemia del Coronavirus. Repetí hasta la saciedad en los primeros compases de la crisis que había que cerrar TODO de forma urgente, enviar a TODO el mundo a sus casas, como sí hizo Italia, y decretar el Estado de Alarma de forma inmediata. Lamentablemente, ni mi voz ni otras en este sentido fueron escuchadas entonces y perdimos un tiempo precioso.
Hoy, estamos en el camino adecuado para salir de esta catástrofe sanitaria mundial en un plazo razonable... si no nos relajamos.

He enfatizado, por escrito y en mis distintas intervenciones televisivas y radiofónicas, el gravísimo error que supuso alentar de manera irresponsable a salir a las calles masivamente el pasado 8 de marzo, cuando ya la epidemia se extendía por Europa como un reguero de pólvora y nuestro gobierno, a diferencia del italiano que sí reaccionó con mayor diligencia, se empeñaba en dar la espalda a una pandemia real.

Fueron aquellos días absurdos... jornadas perdidas en las que se perdió un tiempo precioso tratando de negar la virulencia de la amenaza. No creo, a diferencia de otros que por dictados ideológicos... me temo que por pura torpeza y falta de diligencia; sin más.

He explicado en muchas ocasiones que, casi todos los procesos de resolución de situaciones de crisis políticas o empresariales, suelen transitar por una senda similar: primero se niega la crisis, después se le resta importancia, más tarde se comienzan a atisbar sus posibles efectos devastadores y se anuncia lo que se va a hacer si las cosas pasan a mayores -tiempo y más tiempo perdido- para, finalmente, coger el toro por los cuernos y afrontar la cruda realidad. A veces se está a tiempo... otras, ya es demasiado tarde.

En la situación que nos ocupa, he apreciado una diferencia sobresaliente entre un primer Pedro Sánchez, dubitativo, algo inoperante y claramente desbordado ante una curva de contagios disparada y unas consecuencias económicas que se barruntaban ya catastróficas y el de estos últimos días; un presidente mucho más centrado, claramente asertivo y con hechuras de líder capaz de echarse a la espalda el país entero.

Sánchez se creció con la alarma

El punto de inflexión tuvo lugar en la tarde noche del pasado sábado, 14 de marzo. El jefe del Ejecutivo compareció y dio la cara para confirmar la promulgación unas horas después de un imprescindible Real Decreto de medidas de cara a establecer el Estado de Alarma. Pude ver con satisfacción y tranquilidad a un Sánchez coherente, creíble, inspirador y generador de confianza: la que necesitan los ciudadanos de un país de 46 millones de habitantes que de repente han entrado en una enorme angustia colectiva por una situación que apenas pocas semanas antes nadie hubiéramos soñado ni en nuestras peores pesadillas. ¡Qué diferencia respecto a su anterior comparecencia de apenas 24 horas antes! Había tenido lugar el viernes 13 y había servido para anunciar que decretaría un Estado de Alarma que aún no decretaba oficialmente porque debía reunirse un Consejo de Ministros extraordinario aquel mismo sábado. Fue la rueda de prensa del Estado de Alarma... en diferido. ¡Un sin sentido!

Pero el presidente ya había recorrido el camino suficiente para saber lo que tenía que hacer. Mi impresión profesional sobre él mejoró aún más durante su comparecencia del martes 17 de marzo, en la que presentó el segundo paquete de medidas económicas extraordinarias para hacer frente a los devastadores efectos de un 'tsunami' que se ha llevado por delante, en pocos días, más de cien mil puestos de trabajo... al menos de forma temporal. Un Sánchez firme, seguro, sereno y diría que incluso sanamente encorajinado, desgranaba un rosario de acciones por un valor conjunto de 200 mil millones de euros entre el sector público y el privado para que el tejido empresarial de este país, los autónomos y sobre todo los trabajadores no se sigan desangrando económicamente por más tiempo. La clave está en conseguir que las empresas no cierren y en que además se vean obligadas a arrojar a la calle al menor número de gente posible.

No hacen falta sudor ni lágrimas, pero sí líderes

¡Así sí, presidente! Nadie le pide que emule a Winston Churchill, a estas alturas, pero sí que la visualización de su liderazgo esté nítidamente clara. Es sabido que, en situaciones de crisis extrema, la inmensa mayoría de los ciudadanos tienden a ponerse del lado de sus gobernantes, aunque no coincidan con su cuerda ideológica. Casi siempre es así, a menos que la gestión de estas situaciones sea nefasta o que la gente perciba que está siendo engañada, como ocurrió en España entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 por José María Aznar y su gobierno.

Con la oposición ocurre igual; ha tenido que llegar una pandemia mundial para que... ¡incluso Vox! Ofrezca sus votos a Sánchez en pro del interés general de España y de los españoles. Tiempo habrá, como le decía el líder del PP Pablo Casado al presidente, de hacer la crítica correspondiente cuando esta tragedia termine. Pero ahora es el tiempo de la unidad. Les confieso que, escuchando algunas frases de la oposición, casi he debido frotarme los ojos. Todo en el curso del pleno más desangelado de la historia de España; apenas 20 diputados escuchando al presidente y una limpiadora, Valeria, como gran heroína de la mañana junto con Sánchez, al ser aclamada cada vez que un orador concluía su intervención y debía subir a limpiar y desinfectar la tribuna de oradores y el micrófono del atril.

Sánchez, como vértice de un gran equipo.

El excelente manejo de la comunicación se ha extendido al conjunto del Gobierno. Especialmente destacable fue la primera comparecencia en el Palacio de La Moncloa de los cuatro ministros delegados por el presidente como jinetes que deberán sacarnos de esta crisis: la titular de Defensa, el de Sanidad, el de Interior y el de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Todos con sus respectivos lugartenientes tras ellos, como el doctor Fernando Simón, que pasará ya a la historia como el inolvidable portavoz, el tranquilizador y profesional rostro de esta crisis del Covid 19. Aunque, tengo que reconocer, nunca perdonaré su complacencia con la celebración del 8M, tampoco puedo negar que me gustó más lo primeros días que los que llevamos de estado de alarma. Espero que siga manteniendo su capacidad de comunicación intacta, la necesitamos.

Un equipo completamente profesional y muy político -en el más amplio sentido del término- frente al infantilismo ideológico, miope y egoísta de los miembros de Podemos, con el vicepresidente Segundo Iglesias a la cabeza, que han sido tercos e insensibles de aparcar sus intereses partidistas y cerrar filas en torno al Ejecutivo de la Nación. Un Podemos que ha sido incapaz de dejar a un lado eso tan español, incluso en las peores circunstancias de... ' ¿Qué hay de lo mío?

Un buen amigo mío, con muchos años ya de experiencia vital y que ha pasado buena parte de su vida en Francia, me insiste siempre en una diferencia básica entre el país vecino y el nuestro: allí, los franceses, sean conservadores o progresistas, lo que ansían sobre todo en situaciones de emergencia nacional, no es tanto el hecho de que 'estén los suyos', sino el de sentirse gobernados. Tengo la impresión de que, desde este fin de semana, la mayoría de los españoles, con Sánchez a la cabeza, se sienten gobernados.>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Euprepio Padula, Presidente Padula&Partners y Experto en Liderazgo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Sólo se equivocó en poner como ejemplo de bien hacer (hasta hoy) a Italia.
Donde anda?.