EMILIO CAMPMANY....

EMILIO CAMPMANY.

La ira de Sánchez.

¿Qué le hicimos siendo niño? ¿A qué humillaciones lo sometió el sistema? ¿Qué maltratos sufrió en su adolescencia?

06/12/2022 - 22:54.

Cuenta Giovanni Papini en un relato corto cómo un niño, hijo de un hereje quemado en la hoguera, decide vengarse de la Iglesia católica entrando en el seminario para ser desde entonces el más humilde servidor de Cristo hasta lograr ya en edad provecta ser elegido Papa y proclamar urbi et orbi que Dios no existe y que Jesús no era más que un pobre bastardo. Cuando el blasfemo, que ha fingido hasta entonces ser el mejor de los cristianos, está a punto de salir al balcón a dirigirse a la multitud de fieles que esperan pacientemente en la plaza de San Pedro, el Papa, en la soledad previa a su alocución, se convierte, hinca las rodillas en el mármol y los acólitos le sorprenden orando con devoción al entrar en la estancia. Cuando finalmente sale al balcón, proclama la fe cristiana hasta enternecer a los corazones más duros.

A Sánchez le ha debido pasar algo parecido con nuestra España constitucional, sólo que él, a diferencia del Papa de Papini, no se ha convertido. ¿Qué le hicimos siendo niño? ¿A qué humillaciones lo sometió el sistema? ¿Qué maltratos sufrió en su adolescencia? ¿Qué condenas cumplió injustamente? ¿Qué acíbar se vio obligado a tragar? ¿Cuántos azotes le pusieron el trasero en carne viva? Sólo alguien que ha sido sometido por su país a las más sumas injusticias, a los más duros castigos, puede albergar unos deseos de venganza tan duraderos como para no admitir clemencia ni perdón posible para los culpables, que somos nosotros, sus compatriotas, España toda.

No era necesario meter en el Gobierno a los comunistas, pues pudo intentar gobernar como Rajoy, en solitario, a base de decretos-leyes, como de todas formas ha hecho. Y, en cualquier caso, enfilado ya el último año de legislatura, no hay necesidad alguna de arrastrarse ante los golpistas de Esquerra Republicana o los filoetarras de Bildu. No hay por qué despenalizar los golpes de Estado incruentos ni santificar el robo de dinero público cuando se distrae para gastarlo en destruir España. Y mucho menos hacerlo mientras se celebra la fiesta de la Constitución, la enésima ocasión en que la humilla y la retuerce. No hay obligación de llevar al Tribunal Constitucional una experta en golpes de Estado nacionalistas ni a un palafrenero de la más baja estofa. Hubiera bastado con elegir a alguno de entre los muchos tiralevitas jurisconsultos que en el PSOE pululan. No hay razón para empeñarse en que Cándido Conde-Pumpido, mezcla de lo peor de Talleyrand y lo siniestro de Fouché, presida el Tribunal Constitucional, pues hay muchos socialistas, tan solícitos como él pero no tan significados, que pueden ser puestos al frente del alto tribunal. No hay por qué empeñarse en mantener una ley blanda con los violadores si es Podemos el que va a cargar con las culpas. No tiene sentido regañar a Javier Lambán y obligarle a que se desdiga, que es tanto como humillar al PSOE aragonés, si lo único que está intentando el pobre es no perder las próximas elecciones autonómicas. Y mucho menos lo tiene cuando todas estas actitudes le hacen a la larga perder votos. Algo muy malo le pasó a este hombre. Y de ello nos hace responsables a todos. Hasta que no sienta cumplida su venganza, nos tocará expiar la culpa que él cree que tenemos.