Pensionista, Pensiones, jubilación

La disyuntiva de las pensiones: reducir las prestaciones a la mitad o doblar cotizaciones.

El FMI alerta de que, si no hay un boom demográfico por la inmigración, la ratio de sustitución del modelo actual será insostenible.

D. Soriano 2017-10-29.

Las pensiones son el tema. O deberían serlo, con permiso de la cuestión catalana. En el aspecto económico, no hay nada que genere más preocupación entre ciudadanos y expertos. No hablamos de las prestaciones actuales, aunque también. Sino sobre todo las del futuro: las que cobrarán aquellos que se jubilen a partir de 2035-2040.

En estos días le ha tocado el turno al Fondo Monetario Internacional (FMI) que publicaba el pasado 6 de octubre su informe de 2017 sobre la situación económica de España que incluía un anexo sobre las cuestiones más importantes: el capítulo 1 de dicho anexo está dedicado a las pensiones. Es un análisis bastante detallado, que incluye aspectos demográficos, financieros y políticos.

No hay grandes novedades en el informe del FMI. Quizás porque no podía haberlas. Las matemáticas son las que son: si la población española mantiene la tendencia que apuntan los estudios demográficos (envejecimiento y caída del número de personas en edad de trabajar), las opciones son limitadas. O se incrementa el gasto en pensiones (más impuestos/cotizaciones) o se recortan las prestaciones (bien en términos absolutos o al menos en porcentaje respecto de los salarios) o se reduce el número de beneficiarios (retrasando la edad de jubilación).

Eso sí, los autores del estudio han puesto datos a la literatura. Tampoco es la primera vez que se hace. Pero en esta ocasión llama la atención la contundencia de estos datos. De acuerdo a las cifras del FMI las alternativas realistas a las que hace frente el sistema de pensiones en España se mueven entre dos extremos: doblar las cotizaciones que pagan los trabajadores o reducir a la mitad la ratio pensión media / salario medio. Entre estas dos alternativas hay puntos intermedios, pero sólo el enunciado ya debería ser suficiente para intuir lo complicada que es la realidad financiera de la Seguridad Social.