AQUELLOS DOS HOMBRES CON POCAS SALIDAS....

AQUELLOS DOS HOMBRES CON POCAS SALIDAS.
Por las tierras de Soria, aquellos dos hombres con su juventud casi pasada se querían presentar en San Saturio, allí junto al Río Duero en la capital soriana. Alguien les comentó en su pueblo, que existía un puente sobre el río Duero, que era peatonal, y estaba lleno de candados en sus barandillas, de las parejas que se juraron amor eterno, y que la Ermita y el Río eran testigos de dicho compromiso. Sin dudarlo los dos amigos que eran además vecinos de toda la vida, aquella tarde de octubre salieron camino de Soria, para poder ver aquel milagro del amor, que tanto soñaban con él, al ser su pueblo un lugar con pocos habitantes y menos diversión, ya que ni bar tenían, solo un local donde se juntaban los vecinos para jugar a las cartas. Sus edades eran de hombre soltero sin compromiso ni probabilidades de encontrar una mujer que les hiciera feliz, Más aquella tarde del otoño soriano, con las hojas de los álamos del Duero, cayendo sobre el agua del Río, les hicieron pensar en aquel misterio de los candados. Quiso uno de ellos entonar el Romance del Duero, de Gerardo Diego, pero su memoria le fallaba, y confundía sus versos con los de Antonio Machado, Dos mujeres mucho más jóvenes que aquellos dos hombres les dijeron, No confundáis las churras con las merinas, ni al Duero con el Ebro, es completamente diferente. Los dos hombres se quedaron pensando en silencio, solo el Río parecía dar la razón aquellas jóvenes, que parecían conocer bien los escritos de ambos escritores. Los dos hombres se quedaron pensativos al darse cuenta de su falta de lectura de esos escritores famosos que vivieron en Soria. y sin darlo más vueltas, marcharon camino del Parador de Antonio Machado, por esas cuestas empinadas del Duero, donde desde allí vieron el paisaje maravilloso que hacen sus carreteras y pinares para llegar a esa ciudad castellana, donde cualquier poeta que llegue se quedará prendado de sus historias y emociones. Que aquella tarde noche vivirían por esos lugares mágicos de Soria como es El Collado y la Plaza de Herradores. Fue un viaje como dirían los dos amigos, a lo desconocido, pero a lo más divertido desde hacía varios años. G X Cantalapiedra.