Cuando Aznar no miraba a los ojos a Jiménez Becerril...

Cuando Aznar no miraba a los ojos a Jiménez Becerril

Casado, que dice a Sánchez que pida perdón a la hermana del concejal asesinado, no recuerda que fue un ex presidente del PP quien acercó presos y prometió generosidad unos meses después de aquel trágico atentado. "Si queremos la paz, hagamos la paz y no seamos dramáticos", declaró entonces

De Esther Palomera

Y ahora las víctimas. El marco no es nuevo. La derecha pierde el poder y activa ese extraño y obsceno sentido de pertenencia. Todo les corresponde por derecho o por linaje. El poder, las instituciones, la defensa de la lengua, de la bandera, del himno y hasta del dolor ajeno. Siempre lo mismo. Otra vez, las víctimas de ETA. Ya lo hicieron con Zapatero. El único presidente, por cierto, que se atrevió a pedir autorización expresa al Congreso de los Diputados para abrir un proceso de diálogo con la banda terrorista, en ausencia de violencia. Otros lo hicieron antes sin consultar a nadie y con el mismo noble objetivo, seguro, que se marcó el ex presidente socialista: acabar con la barbarie etarra.

A ninguno, cuando la izquierda era oposición se le tachó de traidor, ni de demoler España, ni de vender Navarra, ni de arrodillarse ante los violentos. El PP, sin embargo, acusó a Zapatero de traicionar a los muertos. Corría mayo de 2005 y un Rajoy implacable le espetó desde la tribuna del Parlamento: "Si su mandato terminara aquí, usted pasaría a la historia como el hombre que en un año puso el país patas arriba, detuvo los avances, creó más problemas que soluciones, hizo trizas el consenso de 1978, sembró las calles de sectarismo y revigorizó a una ETA moribunda". La frase final de aquel discurso sería aún más lapidaria: "Es usted quien se ha propuesto cambiar de dirección, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento".