PSOE y Podemos: un pacto exprés para ocultar un fracaso....

PSOE y Podemos: un pacto exprés para ocultar un fracaso.

Pedro Sánchez sufre su primer revés desde su resurrección política en 2017. Muchos miran a Iván Redondo pero todo el mundo da por hecha su continuidad junto al presidente.

Víctor Ruiz de Almirón.

MADRID. Actualizado: 17/11/2019 08:11h.

Pedro Sánchez decidió en la misma noche del domingo que tenía que volver a enmendarse a sí mismo. Fue al conocer los resultados electorales cuando el presidente en funciones determinó que ese era el camino a seguir. No antes. Estos días hay quienes argumentan que Moncloa ya valoraba desde semanas atrás que los resultados electorales no iban a ser buenos. Es cierto que la ensoñación de los 140-150 escaños había quedado superada tiempo atrás. Pero entre el viernes y el domingo diferentes personas muy cercanas al presidente citaban dos cifras clave: 30% de votos y 130 escaños. La apuesta salió mal y el PSOE perdió tres escaños y 800.000 votos.

La operación relámpago para cerrar un pacto de coalición con Pablo Iglesias sorprendió en el propio PSOE. Sánchez no lo expuso ante la reunión de la Ejecutiva federal y solo participaron en la ejecución del plan Adriana Lastra e Iván Redondo, en las funciones propias de un jefe de gabinete. La vicesecretaria general y portavoz parlamentaria vuelve a erigirse como la figura de más confianza del presidente, que siempre ha valorado en ella su discreción y su lealtad. Para operaciones discretas sabe Sánchez que de todos sus fieles Lastra es la menos dada al protagonismo y a la atribución personal de méritos. «No recuerdo que una declaración o gestión de Adriana nos haya metido nunca en algún problema», reflexiona un dirigente. Y no todos pueden decir lo mismo.

Pero la rapidez del pacto ha sorprendido a muchos en el PSOE, que afean incluso haberlo hecho a espaldas de casi todo el mundo. «La verdad es que no hubiera estado mal disimular diez días», asegura un dirigente que reflexiona sobre lo que debe pensar la gente que ha ido a votar porque era imposible un pacto que ahora se cierra menos de 48 horas después de las elecciones.

Un veterano socialista que apoyó a Sánchez en las primarias explica que estas elecciones han supuesto para Sánchez un cambio fundamental que explicaría un movimiento tan rápido. «Al contrario que en 2016 la repetición electoral no ha favorecido al partido más votado. Es que no cae bien», se resigna esta persona que vislumbra en estos momentos un límite electoral para el PSOE. Las primarias de 2017 otorgaron a Sánchez un capital político. Luego llegó la moción de censura y posteriormente las elecciones de abril. Todos esos momentos reforzaron su figura. Y con él la de Redondo. Y el 10-N ha sido el primer punto de retroceso para ambos.

«Un mal resultado»
Ahí reside en opinión de muchos socialistas consultados estos días una de las claves de la velocidad del pacto: poner tierra de por medio sobre «un mal resultado», muy por debajo de las expectativas. Y otra clave: evitar que se precipitase un debate sobre un acuerdo con el PP. «Pedro primero tiene que intentarlo por la izquierda y el acuerdo con Podemos es fundamental, porque venimos ambos partidos de sufrir coste electoral por no alcanzar un pacto», asevera un miembro de la dirección federal. Por lo que pueda pasar. Aunque ninguna de las personas consultadas estos días creen que sea realista hablar de unas terceras elecciones. Solo tras un fracaso de esta vía el partido podría «aceptar» que fuera un entendimiento PSOE-PP lo que desbloquease la situación.

El pacto es una reacción a un resultado inesperado. Hasta el mismo domingo se confiaba en que el resultado hubiese sido otro. En los días de resaca electoral se ha apuntado desde algunos sectores al incorrecto análisis del CIS de José Félix Tezanos como motivante de la repetición electoral. Pero La Moncloa cuenta con un departamento de análisis electoral dentro de la estructura de la presidencia del Gobierno que realiza sus propios escrutinios de la situación del país. Y hubo un parámetro en el que acertaron, aunque por los pelos: «el PP no llega a 90 escaños», llevaban repitiendo semanas desde este departamento.

La mayoría cautelosa
«Si era cierto que tenían esos números y ahora se ha visto que la coalición con Podemos era tan sencilla no se entiende que no se hiciera en septiembre. Seamos sinceros, todos pensábamos que íbamos a tener otros resultado», se desahoga un dirigente territorial. No se hizo caso en la cúpula a los temores de muchos. Desde el mes de agosto había voces en el partido que no entendían el rechazo a la coalición con Podemos. Y alertaban de dos riesgos que finalmente se han cumplido: abstención en la izquierda (tanto PSOE como UP han perdido votos) y pérdida de la mayoría absoluta en el Senado.

En ese análisis de La Moncloa falló una cosa, que fue determinante: el desplome de Ciudadanos, más intenso de lo previsto, no tuvo la consecuencia de un crecimiento del PSOE. No hubo noticias de la mayoría cautelosa. Y toda la campaña estuvo pensada en atraerse al centro: endurecimiento del discurso en Cataluña, cuestionamiento de Podemos como socio, e insistencia constante en la moderación y la estabilidad.

Pero la mayoría cautelosa no apareció. No se movilizó a favor del PSOE y eso señala directamente al jefe de gabinete del presidente. En Ferraz el excesivo protagonismo de Redondo nunca ha gustado. Y esta semana se apresuraban en aclarar que la negociación del pacto consistió en el contacto entre Adriana Lastra e Irene Montero. En el entorno de Redondo destacaron su papel, y efectivamente él estuvo en la puesta en marcha de los contactos y en la supervisión final del documento. Una mini guerra interna por el relato.

Pero tras el resultado muchas personas han girado sus ojos hacia él para buscar una explicación. «En este proceso se ha desgastado mucho. En el partido se le atribuye el error de ir a nuevas elecciones», dicen claramente desde una presidencia autonómica. Pese a las muchas personas que en Ferraz le han mirado de reojo por su condición de outsider, también hay figuras relevantes que destacan su labor como «figura importante» para que el PSOE haya vuelto a ser un partido que gana elecciones. De forma oficial en Ferraz intentan ser indulgentes con él conscientes de que criticarlo es «criticar al presidente». Y también atribuyen el ruido generado tras los resultado del domingo a personas que tras las primarias de 2017 «pensaban que iban a tener más protagonismo». En su entorno se subraya estos días lo «injusto» que se ha sido con él estos meses.

Más allá de su desgaste, pocos que estén junto a Sánchez pueden decir que no lo sufran; todo el mundo da por hecho que seguirá en su puesto. Él forma parte del grupo que participa en los maitines de los lunes junto a Lastra, la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro José Luis Ábalos. Un grupo al que eventualmente se han incorporado Santos Cerdán, secretario de Coordinación Territorial del PSOE; o Félix Bolaños, secretario general de la presidencia del Gobierno y figura al alza en el universo socialista a raíz de la exhumación de Franco. Cuando se han tratado negociaciones presupuestarias en ese ámbito de confianza ha podido entrar también la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Ese es el círculo político de confianza del presidente, aunque como en el caso reciente del acuerdo con Podemos, no todos saben siempre todo. Todos ellos mantendrán altas responsabilidades en el Gobierno o en el partido.