EDITORIAL. Opinión....

EDITORIAL. Opinión.

Sánchez somete al PSOE y a los barones con su cesarismo.

Domingo, 16 febrero 2020 - 00:54.

El Comité Federal ha perdido peso, la Ejecutiva está controlada por el sanchismo y las bases se muestran obedientes. Todo el poder dentro del PSOE está en manos de Sánchez.

Ni Felipe González durante los años de su hegemonía política ni después Rodríguez Zapatero lograron aglutinar tal poder interno en el PSOE como el que acapara en estos momentos Pedro Sánchez. El líder socialista recuperó el trono en Ferraz, en buena medida, gracias a un discurso en el que abanderaba una promesa de regeneración de su partido y el fortalecimiento de los órganos de deliberación para facilitar el debate interno. Lo que ha ocurrido después, sin embargo, es que el sanchismo ha laminado de facto los contrapoderes en las estructuras orgánicas. El reglamento que asumió el PSOE en 2018 entregó casi todo el poder a Sánchez y a la Ejecutiva, y reforzó a la vez a las bases, ya que a los militantes les ampara el derecho a participar en todos los procesos del partido. En la práctica, esto se ha traducido en la consolidación de un tipo de liderazgo cesarista, sin oposición doméstica real.

El sometimiento de los socialistas a su secretario general quedó ayer de manifiesto en el Comité Federal, que derivó en un patético espectáculo en el que este partido volvió a dar muestras de la falta de controles internos. Los críticos de Sánchez no tienen el arrojo suficiente como para plantear una diatriba consistente que fuerce un cambio en el errático rumbo del Gobierno. En todo caso, tampoco disponen de los cauces adecuados para canalizar su disidencia. Ferraz es hoy una maquinaria de poder entregada a los dictados de una dirección federal formada por afines a Sánchez. Susana Díaz, quien en el Parlamento andaluz ya reconoció que ella se había equivocado y Sánchez «tenía razón» cuando se negó a facilitar la investidura de Mariano Rajoy, sigue dando inequívocas muestras de docilidad. La líder de los socialistas andaluces intenta hacerse perdonar por Sánchez, a la espera de que éste no plantee batalla en la federación andaluza del PSOE. Solo Emiliano García-Page parece atreverse a elevar la voz, aunque lo hace de forma tan calculada que parece nadar y guardar la ropa. El presidente de Castilla-La Mancha pidió ayer acotar la negociación bilateral abierta con Torra -una exigencia de ERC para facilitar la investidura-, mientras Sánchez prometió que el diálogo con Cataluña "no se hará en perjuicio de otras comunidades autónomas".

El hecho de que el Gobierno dependa de un partido como ERC, cuyo líder continúa justificando el golpe del 1-O, y la falta de escrúpulos de un presidente que antepone su ambición de poder a cualquier otra consideración provoca sarpullidos en parte del PSOE. Sin embargo, esta crítica interna no termina de cuajar. A la falta de determinación de los barones, con una Susana Díaz silenciada por un interesado oportunismo, se suman los métodos caudillistas con los que Sánchez dirige al Partido Socialista. El Comité Federal -el máximo órgano entre congresos- ha perdido peso, la Ejecutivo federal está controlada por el sanchismo y las bases se muestran obedientes. Todo el poder dentro del PSOE está en manos de Sánchez.