Al Papa le tengo ganas. Su declaración en torno a los...

Al Papa le tengo ganas. Su declaración en torno a los últimos escándalos del clero católico, su amparo en la frase evangélica "el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra", clama a los cielos, dicho sea con afán redundante. O Ratzinger es un ignorante, que no lo es, o es más malo que un dolor. Hay que tener la conciencia aparcada en un spa en Baden-Baden para, llegado el momento de hablar de los pederastas de su camada, recurrir a las palabras que Cristo pronunció para defender a una mujer adúltera de sus puritanos lapidadores. Hasta el más lerdo sabe que para los abusos con los niños existe una dura sentencia de Jesús: "Ay de quien escandalizare a estos pequeños: más le valdría atarle al cuello una rueda de molino de asno y que lo hundieran en el fondo del mar".

Gracias al Papa, esta frase pronto será olvidada. Antes lo fue la del camello, la aguja, el rico y el paraíso. Lo que nunca muere es lo de siempre: a Dios rogando, y con el mazo dando. Con el de someter, con el de engañar, con el de mal juzgar.
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