DECLARACIÓN DE LA PRESIDENCIA Y DEL GOBIERNO DE LA...

DECLARACIÓN DE LA PRESIDENCIA Y DEL GOBIERNO DE LA REPÚBICA
ESPAÑOLA EN EXILIO
Las Cortes de la República Española restablecieron su funcionamiento en el exilio
con el asentimiento de los grupos políticos que las componían, cuyos miembros habían
logra
do salir del territorio nacional huyendo de la cruenta represión de la dictadura. Tal
decisión se adoptó al amparo de preceptos constitucionales votados y ratificados por los
españoles en sucesivas y ejemplares consultas electorales en 1931, 1933 y 1936.
Ese es el legítimo origen de los gobiernos de la República que se han venido
sucediendo desde entonces, con el esencial designio de devolverle al pueblo el libre
ejercicio de los derechos cívicos, propiciando así el establecimiento en nuestro país de
un régimen auténtico de convivencia.
Consecuentes con ese propósito, las Instituciones de la República Española en el
exilio realizaron, por todos los medios a su alcance y con diversa fortuna, una acción
ininterrumpida que no había de cesar mientras
a los españoles no se nos brindara la
ocasión de hacer surgir una nueva legalidad democrática.
Hoy se proclama el resultado oficial de las elecciones generales que se han celebrado
el día 15 de este mes en nuestro país. Numerosas son las taras de esa
consulta electoral
,
que no ha de pasar a la historia como arquetipo de pureza, tanto por lo que se refiere al
contenido de la ley que la ha regulado como por el modo con el que se llevó a cabo la
consulta.
Por lo que toca a la ley, elaborada por los
mismos neodemócratas que presidieron los
comicios, baste señalar la injusticia que denota la enorme desproporción que existe
entre el número de los votos obtenidos por las formaciones que son en rigor
democráticas, las de izquierda, y el número de escaños, que, con arreglo a esa Ley, seles atribuyen.
Y, por lo que concierne a las modalidades de la contienda, no podemos dejar de
denunciar, en primer término, la incalificable discriminación de la que fueron víctimas algunos partidos, al verse impedidos de participar en ella. Figura entre estos precisamente el que es republicano de manera específica, partido de indiscutible
ejecutoria democrática y heredero espiritual y continuador de la obra de aquelloshombres insignes-venerables y venerados-que rigieron los destinos de España durante
las dos primeras Repúblicas. Habrá que añadir a este respecto las múltiples coacciones de que han sido víctimas por parte del poder y de sus organismos
subalternos las fuerzasde la democracia.
Todas esas argucias, sin embargo, no han podido impedir el triunfo de las
organizaciones progresistas, tanto en el área nacional como en las de las nacionalidades vasca y catalana dentro de sus respectivos territorios, triunfo de las fuerzas más afines, que nosotros celebramos como propio.
Finalmente, la numerosa participación electoral, claro exponente del elevado civismo de nuestros compatriotas –que es además un categórico mentis para quienes les tuvieron sojuzgados alegando la inexistencia de ese sentimiento-
y unido a aquella el general consenso con el que se acepta en el país el resultado de la confrontación, nos mueven, a pesar de sus anomalías, a aceptar ese resultado.
Las Instituciones de la República en el exilio ponen así término a la misión histórica
que se habían impuesto. Y quienes las han mantenido hasta hoy, se sienten satisfechos porque tienen la convicción de haber cumplido con su deber.
Ahora parece claro que va a iniciarse una nueva etapa histórica. En ella no hemos de estar ausentes individualmente, dispuestos a seguir defendiendo nuestros ideales, persuadidos además de que el pleno desarrollo político y económico de nuestro país y con ellos la paz y la convivencia entre los españoles solo serán realizables con la República.
José Maldonado-Fernando Valera París, 21 de junio de 1977